Hermann Bellinghausen
Las recientes andanzas del otrora
sartrecillo valiente, Mario Vargas Llosa, en Venezuela, ilustran a qué grado la ultraderecha latinoamericana está perdida y está perdiendo. No que se idealicen o sobrevaloren los gobiernos
progresistasde la región, ni que se minimice al fascismo que acecha, sino que en buena parte de nuestra América los pueblos son actores, participan y producen cambios; su situación es dura, pero son más libres que nunca. Incómodos, patrones y élites defienden histriónicamente una
libertad de expresiónde su propiedad, sin mejores recetas que ofrecer que la neoliberal, que a todas luces ya valió queso. Su
aportaciónes sólo ruido para el escándalo mediático. Están vacíos.