Epigmenio Carlos Ibarra
Trágica paradoja la de la izquierda mexicana; para tener posibilidades reales de alcanzar una victoria electoral hubo de abrirse ideológica, programática y organizativamente tanto que terminó desdibujándose por completo. Sus victorias, su acceso al poder en cada vez más municipios y estados de la República, el haber llegado al umbral mismo de la Presidencia –otra paradoja más que marca su destino– aceleró su proceso de descomposición. Mientras más ganaba más perdía.
Obviamente ni los comunistas que habían dado el salto del PCM al PSUM, ni los ex guerrilleros ni los luchadores sociales de la izquierda sindical, campesina o estudiantil, tenían por sí solos –o incluso unidos– la fuerza suficiente para, a través de las urnas, asaltar al poder.
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Obviamente ni los comunistas que habían dado el salto del PCM al PSUM, ni los ex guerrilleros ni los luchadores sociales de la izquierda sindical, campesina o estudiantil, tenían por sí solos –o incluso unidos– la fuerza suficiente para, a través de las urnas, asaltar al poder.