Cuatro zopilotes y un ratón de sacristán encienden los cirios.
Faltan tres años para que la defunción se registre en actas, pero el muy personal sistema de gobernar que podríamos llamar ‘Fórmula Calderón’ entró, desde el 5 de julio, en una especie de catatonia, algo como una vida de córpore insepulto en que no se sabe si ese estilo anda como alma en pena o de plano como burro sin mecate.
La votación fue, en su primera parte, según el presidente Felipe Calderón esperaba: un plebiscito. Lo sorprendió la segunda, que imaginó como el triunfo de su gestión y resultó en enfrentamiento súbito con la realidad: un repudio tan abrumador que, si este fuera país de régimen parlamentario, habría renunciado en el acto.
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La votación fue, en su primera parte, según el presidente Felipe Calderón esperaba: un plebiscito. Lo sorprendió la segunda, que imaginó como el triunfo de su gestión y resultó en enfrentamiento súbito con la realidad: un repudio tan abrumador que, si este fuera país de régimen parlamentario, habría renunciado en el acto.