Desde el lunes de la semana pasada hemos venido documentando en El Periódico los compromisos de campaña incumplidos por Felipe Calderón, y el desastre en que tiene sumido hoy al país. También dimos cuenta de la estrategia mediática instrumentada por Los Pinos para suplir con propaganda la ausencia de logros gubernamentales.
La baja estatura ética, y la pequeñez política de este personaje, que ha sido incapaz de legitimarse en el ejercicio del poder público, quedó expuesta con toda nitidez durante la actual coyuntura. En su presunto informe de gobierno propuso un decálogo propio de la campaña o, en el peor de los casos, de inicio de administración, pero inimaginable a mitad de sexenio. Sus palabras, recitadas con tono de oratoria preparatoriana, aparentemente fueron pronunciadas para el aplauso de la corte y el olvido inmediato. De otra manera no se entiende que hubiese desperdiciado ese foro a modo para precisar no sólo el qué, sino también el cómo.
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La baja estatura ética, y la pequeñez política de este personaje, que ha sido incapaz de legitimarse en el ejercicio del poder público, quedó expuesta con toda nitidez durante la actual coyuntura. En su presunto informe de gobierno propuso un decálogo propio de la campaña o, en el peor de los casos, de inicio de administración, pero inimaginable a mitad de sexenio. Sus palabras, recitadas con tono de oratoria preparatoriana, aparentemente fueron pronunciadas para el aplauso de la corte y el olvido inmediato. De otra manera no se entiende que hubiese desperdiciado ese foro a modo para precisar no sólo el qué, sino también el cómo.