Dossier Índigo
Desde el 6 de julio en que se conoció la debacle electoral del PAN se esperaba el golpe de timón presidencial en el gabinete. Lo marcaba la más elemental lógica política.
Pasaron siete semanas y nada. Felipe Calderón palomeaba y luego rectificaba. Hacía correr los nombres para terminar engañando con la verdad. Y la verdad es, hasta ahora, muy pobre. Siete semanas fueron necesarias para pensar no en el destino futuro, sino en el retorno al pasado.
En Pemex designó al discípulo excelsis de Paco Gil Díaz. El mismo que en enero fue rechazado como conejero de esa paraestatal por todos los partidos, incluyendo el PAN. Y aunque Juan José Suárez Coppel exhiba sobresalientes credenciales académicas o del sector privado, su historial como secretario de finanzas de la paraestatal durante el foxismo da mucho de que hablar.
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Pasaron siete semanas y nada. Felipe Calderón palomeaba y luego rectificaba. Hacía correr los nombres para terminar engañando con la verdad. Y la verdad es, hasta ahora, muy pobre. Siete semanas fueron necesarias para pensar no en el destino futuro, sino en el retorno al pasado.
En Pemex designó al discípulo excelsis de Paco Gil Díaz. El mismo que en enero fue rechazado como conejero de esa paraestatal por todos los partidos, incluyendo el PAN. Y aunque Juan José Suárez Coppel exhiba sobresalientes credenciales académicas o del sector privado, su historial como secretario de finanzas de la paraestatal durante el foxismo da mucho de que hablar.