La forma en cómo son tratadas las niñas puede determinar su “tolerancia” al maltrato en la vida adulta
La “tolerancia” o el yugo con que la mujer permite la violencia de género va más allá del “amor” o codependencia que puede tener para con su pareja. Muchas veces las mujeres justifican el maltrato porque consideran de forma equívoca que se trata de una muestra de cariño o afecto.
Sin embargo, esa muestra de “amor” como ellas llaman puede estar relacionada en la forma en cómo concibieron el significado de esa palabra desde el seno de su casa, proveniente de su padre, en este caso.
Y es que de acuerdo con cifras del INEGI el maltrato contra la mujer inicia desde la infancia, ya que desde temprana edad tanto niños como niñas enfrentan el maltrato de los progenitores o de alguna persona mayor que demuestre autoridad sobre ellos.
Las últimas estadísticas del instituto señalan que las agresiones en niñas y niños son prácticamente iguales (94.6 niñas maltratadas por cada 100 niños en 2008) y en los últimos diez años la tendencia ha permanecido sin movimiento.
Su punto más alto lo alcanzó en 2005 cuando por cada 100 menores 106.3 féminas eran maltratadas.
La violencia que se genera desde la infancia llega a tener repercusiones individuales y sociales a largo plazo, que comúnmente desencadenan en conductas antisociales o igualmente violentas ya como adultos en su vida familiar.
Según el INEGI el estado más violento es Michoacán donde 214.5 niñas son maltratadas por cada 100 niños, seguida de Tamaulipas con 192.4; Guerrero con 175.0; Distrito Federal con 125.7; y Morelos con 124.5, mientras que la entidad con menos violencia es Zacatecas con 82.7 menores.
Por tipo de agresión, el más común la omisión de cuidados con 27.6%; seguido del físico con 23.7%; en el tercero se ubica el emocional con 21.1%; negligencia 8.3%; abandono 7.7% y en menor porcentaje el abuso sexual con 3.8%.
El Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) considera como problema de salud público el maltrato a menores, que no sólo lacera su infancia y puede marcar su futuro en el sentido emocional, sino porque viola los derechos de la niñez a una vida protegida.