jueves, 19 de noviembre de 2009

"Ni me toques"

JOSé GIL OLMOS

MEXICO, D.F., 18 de noviembre (apro).- Un estadio de futbol lleno es como una olla de vapor que en cualquier momento puede explotar si llega al punto de ebullición y no saca la presión que contiene. Eso lo supo Felipe Calderón el pasado 11 de noviembre en la nueva casa del equipo Santos, cuando miles de gargantas se manifestaron en su contra.
Ese día, Televisión Azteca, que trasmitía en vivo el evento deportivo, reaccionó como lo hacia Imevision en sus tiempos de gloriosa censura estatal: bajó el sonido ambiental, subió el de Calderón y el de los comentaristas para tratar de acallar la protesta social que retumbó en todo el nuevo estadio del equipo de fútbol.
Pero la rechifla monumental fue más grave de lo que se alcanzó a percibir a pesar de los intentos del gobierno y de la televisora de Salinas Pliego, pues de acuerdo con versiones de asistentes, los gritos de protesta de miles de asistentes no sólo fueron de hartazgo, sino de rabia, y el tono alcanzó los niveles de la ira y la denostación personal. Las mentadas de madre fueron lo que menos le lanzaron.
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