MÉXICO, D.F., 14 de diciembre (apro).- El desastre económico y de violencia que atormenta al país, que a menudo trata de encubrirse con escándalos tipo Juanito --cuyo desenlace tiene enfurecida a la derecha que a veces usa ropaje progre--, no es nada que no se haya anticipado desde que Felipe Calderón se “parapetó” en el Ejército para justificar su adulterino triunfo.
Desde antes del 1 de diciembre, cuando Calderón se introdujo por una puerta trasera del Congreso para rendir protesta, gracias a Manlio Fabio Beltrones, aquí se escribió lo que, malamente, se ha cumplido: El desgarriate en todos los órdenes de la vida de la nación, cuya expresión más cruenta es el rotundo fracaso de la “guerra” que declaró --el 11 de diciembre de 2006-- al crimen organizado.
Hay que insistir: Salvo en el reguero de casi 17 mil cadáveres en todo el territorio nacional, en el desempleo de más de 6 millones de mexicanos y en el aumento de impuestos, la gestión de Calderón ha sido yerma y tiende a degradarse hacia una mayor represión selectiva y abierta.
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Desde antes del 1 de diciembre, cuando Calderón se introdujo por una puerta trasera del Congreso para rendir protesta, gracias a Manlio Fabio Beltrones, aquí se escribió lo que, malamente, se ha cumplido: El desgarriate en todos los órdenes de la vida de la nación, cuya expresión más cruenta es el rotundo fracaso de la “guerra” que declaró --el 11 de diciembre de 2006-- al crimen organizado.
Hay que insistir: Salvo en el reguero de casi 17 mil cadáveres en todo el territorio nacional, en el desempleo de más de 6 millones de mexicanos y en el aumento de impuestos, la gestión de Calderón ha sido yerma y tiende a degradarse hacia una mayor represión selectiva y abierta.