Lo bueno del 2009 es que ya se acabó”, señaló hace unos días Felipe Calderón con buen humor. Lo malo es que ya llegó el 2010, sería el complemento. Y es que la caducidad de la crisis sistémica que se evidenció el año pasado no es de un año. Es secuela de por lo menos una década de errores y abusos. Uno que otro indicador mejorará, pero el grueso de ellos seguirá reflejando la descomposición, desintegración y desgaste de un sistema que luce rebasado y agotado. A vuelo de pájaro, estos son los temas de la agenda pública que trae bajo el brazo el 2010. |