MÉXICO, DF, 19 de enero (apro).- A una semana de la tragedia haitiana que ha provocado 70 mil personas enterradas en fosas comunes, cerca de 200 mil muertos, un millón y medio de damnificados (casi 20% de la población) y unos 400 mil huérfanos, la paradoja de esta nación caribeña es terrible: nunca como ahora Haití ha concentrado la atención mediática global, pero a pesar de este fenómeno, la ayuda no ha llegado a los afectados en la misma magnitud e intensidad que el rating generado por los noticiarios televisivos, las agencias informativas y hasta los eventos del show bussines, como la entrega de los Globos de Oro.
Antes de que arribaran los miles de efectivos militares de Estados Unidos en esta especie de “invasión humanitaria”, a Haití ya habían llegado los “ejércitos” de las grandes cadenas televisivas occidentales, en una especie de “invasión mediática” para que el mundo viera, con esa mezcla de escozor y morbo, las pilas de muertos en las calles, la ausencia de gobierno y el exceso de comentaristas y reporteros “de la tragedia” que se han solazado en la destrucción de Haití.
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Antes de que arribaran los miles de efectivos militares de Estados Unidos en esta especie de “invasión humanitaria”, a Haití ya habían llegado los “ejércitos” de las grandes cadenas televisivas occidentales, en una especie de “invasión mediática” para que el mundo viera, con esa mezcla de escozor y morbo, las pilas de muertos en las calles, la ausencia de gobierno y el exceso de comentaristas y reporteros “de la tragedia” que se han solazado en la destrucción de Haití.