miércoles, 20 de enero de 2010

Transcripción de la ponencia del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, en el ciclo de conferencias “¿A dónde va la izquierda?”,





Escrito por Prensa Gobierno Legítimo

De la Conferencia de Amlo en el Colegio de México. El audio lo puedes escuchar o descargar de aquí: AUDIO Conferencia de AMLO en Colmex Audio descargala de aquí o escucha ahí mismo, http://tinyurl.com/ydxkaxz escucha www.radioamlo.org

México atraviesa por una de las crisis más severas de su historia
reciente. Es algo más profundo que una simple recaída económica. Se trata
de un proceso de degradación progresiva que afecta a todos los órdenes de
la vida pública y de la convivencia social.

Desde nuestro punto de vista, esta decadencia ha sido ocasionada por un
grupo minoritario que ha venido imponiendo una política de pillaje
contraria al interés nacional.

La actual oligarquía se conformó desde el gobierno de Carlos Salinas,
cuando un puñado de traficantes de influencias, inició, al amparo del
poder público, el despojo de bienes de la nación y del pueblo, con el
engaño de una supuesta modernización del país. El modelo llamado
neoliberal, más bien de corrupción y saqueo, se consolidó con los
gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón.

En el transcurso del tiempo, este grupo de potentados no sólo se consolidó
económicamente sino que también fue adquiriendo poder político hasta
llegar a situarse por encima de las instituciones constitucionales. En los
hechos, ellos son los que verdaderamente mandan en el país: deciden sobre
cuestiones fundamentales en la Cámara de Diputados y en el Senado, en la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el Instituto y en el Tribunal
Electorales, en la Procuraduría General de la República, en la secretaría
de Hacienda y en los partidos Acción Nacional y Revolucionario
Institucional.

Además, poseen o controlan la mayor parte de los medios de comunicación
del país. Con ese poder casi omnímodo, la oligarquía ha logrado mantener y
acrecentar sus privilegios, condenando a la mayoría del pueblo al
sufrimiento, al destierro, a la sobrevivencia y a la inseguridad. Es
innegable que en las últimas dos décadas unos cuantos mexicanos acumularon
riquezas, como no ha sucedido en ninguna otra parte del mundo, pero en
contraste, México es uno de los países con mayor desigualdad económica y
social en todo el planeta. En suma: la riqueza de unos pocos se ha
edificado con la miseria de otros muchos y éste es el origen de los males
que aquejan y atormentan a la nación.

Desde luego, nuestra visión de la realidad no es compartida por los
culpables de la tragedia nacional. Por el contrario, ellos no sólo eluden
su responsabilidad sino que, ante el desastre que han causado, maniobran
tenazmente para seguir engañando y confundiendo. Actualmente, sus
intelectuales y voceros, con análisis superficiales y simplistas,
atribuyen la crisis a factores externos, a la falta de culminación de las
llamadas reformas estructurales o a las fallas de los políticos.

Inclusive, está de moda que los otrora defensores de Calderón hoy achaquen
la debacle a su ineptitud y a la inexperiencia de los gobiernos del PAN,
soslayando deliberadamente las causas de fondo.

Nosotros vemos las cosas de otra manera: sostenemos que la crisis se
agravó cuando la oligarquía decidió imponer a Felipe Calderón para impedir
un verdadero cambio. Como es lógico, y lo advertimos en su momento, es
difícil gobernar luego de un fraude electoral, sin legitimidad ni
autoridad moral y política. Además, en un entorno de crisis, era
prácticamente imposible que Calderón pudiese ejercer el poder, atado a los
intereses creados y aplicando la misma política antipopular y entreguista
de sus antecesores. Desde su origen, el gobierno espurio estaba condenado
al fracaso.

Pero no nos confundamos: la caída de Calderón a partir de las elecciones
del 5 de julio de 2009, no significa que los que realmente mandan y
deciden en el país hayan perdido fuerza. Por el contrario, este grupo está
más consolidado que nunca. Tan es así, que han echado a andar y estamos
siendo testigos de una recomposición del mismo régimen, una operación que
antes se llevaba a cabo al final de cada sexenio y que ahora, por la
descomposición social, la falta de decisión para enfrentar los problemas,
la carencia de legitimidad y el descrédito de las instituciones, se tiene
que efectuar cuando el gobierno de Calderón apenas ha cumplido tres años.

Por ejemplo, ya decidieron que el PAN no les funciona y lo han dejado de
patrocinar. Con la mano en la cintura, han convertido a Calderón de pelele
en chivo expiatorio. Ahora toda su apuesta es al PRI y a Peña Nieto,
porque suponen que con esta nueva operación de recambio, van a volver a
engañar al pueblo para mantener y acrecentar sus privilegios.

Es evidente que Salinas actúa como de jefe de campaña de Peña Nieto y que
Televisa lo ha venido proyectando como se introduce al mercado un producto
chatarra o como actor de telenovela. Es claro pues que Peña Nieto ya es el
candidato de la mafia del poder en México.

Para enfrentar este poderío, es fundamental nuestro movimiento. Y ellos lo
saben. A eso se debe que no han parado de atacarnos. No hay un sólo día en
que sus voceros en los medios de comunicación no hablen en contra nuestra.
No sólo es el bloqueo informativo o que repitan, una y mil veces, que ya
no representamos nada. Es la guerra sucia, la calumnia, las campañas de
desprestigio, las vulgaridades, o de plano, el decir que estamos locos.

Sin embargo, es un timbre de orgullo que a pesar de que han querido
destruirnos, no lo han logrado ni lo lograrán. Esta resistencia es posible
porque hay millones de mexicanos, hombres y mujeres, como no se había
visto nunca en la historia de México, libres, concientes y decididos a
construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria.

En estos tres años, nuestro movimiento no ha dejado de luchar a favor de
los pobres, de los indígenas, de los campesinos, de los trabajadores, de
los ancianos, de los discapacitados, de las madres solteras, de los
jóvenes, de los derechos humanos, de la economía popular, de la educación
pública, de los recursos naturales, del petróleo y de la industria
eléctrica nacional. Y siempre, de manera abierta y en forma sincera, nos
hemos definido contra las injusticias, la corrupción, los privilegios, los
fraudes electorales y otras infamias.

Para mantener encendida la llama de la esperanza y recoger los
sentimientos de la gente, de enero de 2007 a noviembre de 2009, visité los
2 mil 456 municipios del país, incluidos los 418 municipios indígenas, de
usos y costumbres del estado de Oaxaca.

También, como resultado de este peregrinar y del trabajo de integrantes de
nuestro movimiento, ya contamos con 2 millones 400 mil representantes del
Gobierno Legítimo y tenemos comités municipales en todas las regiones del
territorio nacional.

Ahora bien ¿Qué estamos haciendo actualmente? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es
la esencia de nuestra estrategia?

Cotidianamente trabajamos en la organización del pueblo. Es necesario
tener claro que si no hay un cambio profundo no se puede enfrentar la
decadencia que se padece ni mejorar las condiciones de vida y de trabajo
de la población. Asimismo, debe tenerse presente que esta transformación
sólo podrá darse de abajo hacia arriba, con el criterio de que sólo el
pueblo puede salvar al pueblo. Sin la voluntad y la decisión de la gente
no se puede enfrentar a la oligarquía, que posee inmensas riquezas y
controla los medios de comunicación.

Para hacer este trabajo de concientización y de organización continuamos
sumando a más representantes del gobierno legítimo, consolidando los
comités municipales y creando nuevos comités en barrios, colonias,
unidades habitacionales, pueblos y comunidades del país.

Seguimos construyendo redes alternativas de información para romper el
bloqueo, resistir el embate de nuestros adversarios y contrarrestar la
manipulación de los medios de comunicación. Debe tenerse muy presente que
el principal instrumento de dominación que tiene la oligarquía es el
impacto mediático que consigue mediante el control de la televisión, la
radio y la mayor parte de la prensa escrita.

Por ejemplo, para informar y hacer conciencia, ya circula en todo el país
el primer número de Regeneración, el periódico de las causas justas y del
pueblo organizado, se le puso ese nombre en homenaje a los Flores Magón y
a otros liberales que lucharon contra dictadura porfirista y,
precisamente, porque lo que necesita el país actualmente es una
regeneración.

Siempre estamos atentos para detener, con la denuncia y la movilización
ciudadana, como lo hicimos en el caso del petróleo, todo aquello que
signifique nuevos retrocesos; defendemos la economía popular, apoyamos a
los trabajadores del SME y a todos aquellos ciudadanos que son víctimas de
injusticias, represión y violación de sus derechos humanos.

Asimismo, pensando en la transformación del país y con miras al 2012,
estamos elaborando a la luz de los recientes acontecimientos nacionales e
internacionales, el nuevo Proyecto Alternativo de Nación. Esta tarea es
coordinada por la Comisión que se creó con ese propósito, integrada por
Arnaldo Córdoba, Enrique González Pedrero, Luis Javier Garrido, José Ma.
Pérez Gay, Ignacio Marván, Julio Scherer Ibarra, Rogelio Ramírez de la O,
Adolfo Hellmund, Juan José Paullada, Jaime Cárdenas, Octavio Romero,
Armando Bartra, Víctor Manuel Toledo, Luciano Concheiro, Héctor Díaz
Polanco, Bolívar Echeverría, Jesús Ramírez y Luis Linares.

La idea es que después de una amplia consulta de análisis y reflexión, se
tenga un documento definitivo a más tardar en junio de este año.

Aunque estoy consciente de que son muchos los temas que se tendrán que
abordar, considero que hay diez postulados básicos:

1. Rescatar al Estado y ponerlo al servicio del pueblo y de la nación.
Reitero mi convicción esencial: El Estado se encuentra secuestrado por una
minoría y ésta es la causa principal del desastre nacional. En nuestro
país existe una República aparente, simulada, falsa. Hay poderes
constitucionales pero, en los hechos, un grupo ha confiscado todos los
poderes. Por eso, lo primero debe ser recuperar democráticamente al Estado
y una vez logrado este propósito, reintegrar las riquezas y los bienes
públicos que han sido entregados o concesionados ilegalmente, a través de
reglamentos o leyes secundarias que en ningún caso pueden estar por encima
del principio constitucional que señala el dominio directo de la nación
sobre los recursos naturales del país. Este procedimiento debe aplicarse
fundamentalmente en los casos de la minería, la industria eléctrica y el
petróleo.

2. Democratizar los medios masivos de comunicación. Es inaceptable que un
pequeño grupo posea el control de la televisión y de la radio, y
administren la ignorancia en el país en función de sus intereses. Que
quede claro: no hablamos de expropiación, sino de que el Estado cumpla el
mandato constitucional de garantizar el derecho a la información. Para
ello no hace falta eliminar el régimen de concesiones, ni crear una
excesiva reglamentación y muchos menos optar por la censura, lo más eficaz
es lograr la democratización de los medios, evitando el monopolio y
auspiciando la libre competencia. Para ser más claros: Que hayan todos los
canales de televisión o estaciones de radio que sean técnicamente
posibles, con absoluta libertad, sólo impidiendo que se concentren en unas
cuantas manos como sucede actualmente.

3. Crear una nueva economía. Hay que cambiar la actual política económica
que ni en términos cuantitativos ha dado resultados. México es uno de los
países del mundo con menos crecimiento en los últimos años. La nueva
política económica debe ser conducida por el Estado. Debe impedirse la
injerencia de gobiernos extranjeros y de organismos financieros
internacionales. El Estado debe recuperar su facultad para planear el
desarrollo de acuerdo con el interés nacional. Hay que hacer a un lado la
especulación financiera y enfocar todos nuestros esfuerzos a la economía
real, a trabajar y producir los bienes que necesitamos. Sin producción no
hay empleos, industrias, consumo, mercado, bienestar colectivo, ni
economía poderosa, ni nación soberana.

4. Combatir las prácticas monopólicas. El artículo 28 de la Constitución
prohíbe los monopolios y el Estado debe garantizar que esta norma se
cumpla porque hoy es letra muerta. En México hay grandes monopolios
vinculados al poder que encarecen bienes y servicios, dañando la economía
de sectores populares y de las clases medias, a pequeños y medianos
productores, empresarios y comerciantes, que se ven obligados a comprar
insumos a precios exagerados.

Es inaceptable, por ejemplo, que los mexicanos paguemos por el cemento
gris 146 por ciento más que los estadunidenses; 17 por ciento más por
teléfono de línea fija; 240 por ciento más por llamadas de larga distancia
nacional; 256 por ciento más por electricidad residencial de alto consumo;
52 por ciento más por electricidad de alta tensión; 185 por ciento más por
la tarjeta de crédito; 309 por ciento más por televisión por cable; 145
por ciento más por Internet de banda ancha; 176 por ciento más por crédito
a la vivienda. Y todo ello, a pesar de que el salario mínimo en México es
nueve veces menor que en estados Unidos.

En este país pobre se paga más que en las naciones ricas y con peores
condiciones de servicio. No podemos permitir que esto siga ocurriendo.

Insistimos en que mientras no evitemos los precios exagerados por empresas
que operan en nichos protegidos, México no podrá competir con otros países
ni habrá nuevos empleos y, a la larga, tampoco habrá oportunidades para
las nuevas generaciones.

Aquí recuerdo que en noviembre del año pasado propusimos al Senado la
aprobación de una ley de precios competitivos con la cual los consumidores
lograrían ahorros entre el 10 y el 18 por ciento de sus ingresos. Sin
embargo, este proyecto está detenido porque los legisladores del PRI y del
PAN no son realmente representantes populares sino que están al servicio
de los potentados.

5. Abolir los privilegios fiscales. En los últimos días, se confirmó lo
que hemos venido sosteniendo: desde la época de Luis Echeverría se celebró
un pacto secreto entre el poder político y el poder económico que se ha
ampliado y ratificado sexenio tras sexenio. El acuerdo consiste en
conceder a los grandes empresarios y banqueros, el privilegio de no pagar
o de devolverles los impuestos. Inclusive, hace unos días Calderón tuvo
que reconocerlo cuando dijo que “las empresas que más ganan, rara vez, muy
rara vez, pagan impuestos”.

Pero no basta con la denuncia. Es necesario aprobar una reforma fiscal
progresiva. Es decir, que paguen más los que tienen más.

En México, a la inmensa desigualdad social y económica, tenemos que
sumarle la injusticia fiscal, ya que la mayor parte de las contribuciones
recaen en los trabajadores asalariados, los profesionistas, los pequeños y
medianos empresarios y comerciantes.

Debe buscarse que, al menos, las grandes corporaciones que operan en
México y los más ricos del país, paguen impuestos en la misma proporción
que lo hacen sus similares en países desarrollados o de las llamadas
economías emergentes.

6. Ejercer la política como imperativo ético y llevar a la práctica la
austeridad republicana. Es necesario cambiar la forma de hacer política.
Este noble oficio se ha pervertido por completo. Hoy la política es
sinónimo de engaño, arreglos cupulares y corrupción. Por eso es urgente
darle un nuevo sentido al quehacer político, imprimiéndole convicciones y
principios. Quienes se dediquen a esta actividad deben entender que el
poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al
servicio de los demás.

También hay que hacer valer el principio de austeridad republicana;
retomar el ejemplo de Juárez y los liberales: el apego al criterio de la
justa medianía en que deben vivir los servidores públicos. Nada de sueldos
onerosos y ofensivos, ni flotillas de aviones y helicópteros al servicio
de la llamada clase gobernante. Debe revisarse todo el funcionamiento del
gobierno para eliminar los gastos improductivos, el derroche y los
privilegios. Actualmente, le cuesta mucho al pueblo mantener al gobierno.

7. Fortalecer al sector energético. Es urgente detener la terrible crisis
que se avecina por la caída en la producción petrolera y la salida de
divisas para comprar gasolinas y otros derivados en el extranjero.

El manejo de Pemex, como hemos venido insistiendo, se ha caracterizado por
el vandalismo y la irracionalidad. Hay que limpiar a Pemex de corrupción.
No es posible que se sigan otorgando contratos millonarios sólo en
beneficio de empresas extranjeras y de políticos corruptos. Tal es el caso
de proyectos como los de la Cuenca de Burgos o de Chicontepec, donde no se
ha logrado producir más gas ni más petróleo, pero sí se ha causado un gran
daño al patrimonio nacional.

Por otro lado, se continúa con la sobreexplotación de los yacimientos para
exportar petróleo crudo, sin reponer reservas.

Por esta causa, de 2004 a la fecha, se han dejado de producir 774 mil
barriles diarios. Es decir, ahora producimos 2 millones 600 mil barriles
al día y de seguir esta tendencia, en cuatro años apenas se estarán
extrayendo 2 millones de barriles, que sólo alcanzarían para cubrir la
demanda interna; con el agravante de que por la falta de refinerías y por
el abandono a las plantas petroquímicas, seguiríamos vendiendo crudo y
dependiendo por completo de la importación de gasolinas y otros
petrolíferos.

Por eso, debemos insistir en modificar radicalmente la actual política
petrolera. Es urgente recuperar la administración de Pemex, invertir en
exploración e iniciar de inmediato la construcción de tres grandes
refinerías para dejar de importar el 40 por ciento de las gasolinas que
consumimos. El objetivo principal debe ser industrializar la materia prima
y ya no vender ni un solo barril de petróleo crudo al extranjero, para
generar empleos y utilidades en beneficio de los mexicanos.

8. Alcanzar la soberanía alimentaria. Desde 1983 se dejó sin apoyo al
sector agropecuario y se optó absurdamente por comprar los alimentos que
consumimos en el exterior. Ahora, en consecuencia, hay tierras ociosas,
potreros abandonados, se ha despoblado el medio rural y millones de
mexicanos han tenido que emigrar.

Este año para la compra de alimentos en el extranjero, se destinarán 16
mil millones de dólares. La mayor parte es maíz, frijol, arroz, leche,
carne de res, de cerdo y desechos de pollo, que podríamos producir en el
país.

Asimismo, debe fortalecerse la agricultura de autoconsumo de la que
dependen millones de indígenas y campesinos pobres. Además, es donde se
conservan semillas orgánicas y variedades de maíz que forman parte de la
gran riqueza genética de México. No al maíz transgénico.

9. Establecer el Estado de bienestar. Hay que proteger a los pobres, a los
débiles y olvidados ante la desigualdad social, la incertidumbre económica
y otras calamidades. Debe garantizarse el derecho a la educación, al
trabajo, a la salud, a la alimentación y a la vivienda.

Es necesario seguir insistiendo hasta lograr la pensión universal para los
adultos mayores del país; el otorgamiento de becas a todos los
discapacitados pobres; y la atención médica y los medicamentos gratuitos
para la mitad de los mexicanos que no cuentan con seguridad social.

La solidaridad con los desposeídos no sólo es un asunto de justicia, es la
manera más eficaz, más humana y más barata para garantizar la tranquilidad
y la seguridad pública. Por eso reiteramos que por el bien de todos,
primero los pobres.

10. Promover una nueva corriente de pensamiento. La transformación que
necesita el país no sólo debe tener como propósito alcanzar el crecimiento
económico, la democracia, el desarrollo y el bienestar. Implica también y
sobre todo, cristalizar una nueva corriente de pensamiento sustentada en
la cultura de nuestro pueblo, en su vocación de trabajo y en su inmensa
bondad; añadiendo valores como el de la tolerancia, la solidaridad, el
respeto a la diversidad y la protección del medio ambiente. Hay que
alentar un pensamiento que ayude a impedir el predominio del dinero, del
engaño, de la corrupción y del afán de lucro, sobre la dignidad, la
verdad, la moral y el amor al prójimo.

Amigas y amigos, estudiantes, trabajadores y académicos del Colegio de
México:

De manera resumida y clara, nuestro movimiento tiene como objetivo
fundamental la transformación del país. Y consideramos indispensable
trabajar mucho en la organización y en la concientización del pueblo.
Sabemos que con sólo de esta manera se podrá derrotar a la oligarquía en
el terreno político, de manera pacífica, para hacer valer la democracia y
establecer un gobierno que combata la codicia y la corrupción, distribuya
con justicia las riquezas de México y garantice el bienestar y la
felicidad del pueblo.

Con el trabajo que estamos realizando, en vísperas de 2012, la mayoría de
los mexicanos sabrá que existe una organización y un proyecto alternativo
de nación. Y podrán optar entre más de lo mismo o por un cambio verdadero.
En este sentido, la elección presidencial de 2012, más allá de los
candidatos y de los partidos, se convertirá en un referéndum donde el
pueblo decidirá libremente el destino de México.

Nosotros pensamos que a pesar del poderío de la oligarquía, el pueblo
llevará a cabo la transformación que necesita el país. Es decir, creemos
que en el 2012, como decía Ricardo Flores Magón, caerá para siempre la
tiranía y surgirá la esperada democracia con todos los esplendores de un
astro que jamás dejará de brillar en el horizonte sereno de la patria.