MEXICO, D.F., 8 de marzo (apro).- En la trama para asestar a los mexicanos un alud de alza de impuestos a cambio del encumbramiento de Enrique Peña Nieto, porque eso es lo que en realidad establece el documento signado por la dupla César Nava-Beatriz Paredes y avalado por Felipe Calderón, despunta un dato de enorme relevancia: La apócrifa militancia partidista de Fernando Gómez Mont.
En efecto, tal como se acredita a detalle en la revista Proceso que está en circulación, la renuncia de Fernando Francisco Gómez Mont Urueta al Partido Acción Nacional (PAN), el 11 de febrero --supuestamente por estar en contra de las alianzas con la izquierda--, fue en realidad una pantomima.
¿Por qué? Sencillamente porque la militancia de Gómez Mont en el PAN fue un invento de Germán Martínez, quien como su presidente llevó a ese partido a la peor derrota en sus siete décadas de historia, además de la vergüenza de haber sido impuesto, como su sucesor, no por la militancia, sino por el individuo que habita Los Pinos.
La adulteración del Registro Nacional de Miembros del PAN, que es el padrón electoral interno, implica responsabilidades estatutarias y jurídicas, pero revela también el proceder, sin escrúpulos, de Germán Martínez, el operador, y Gómez Mont, el beneficiario de la maniobra en la que --como en los crímenes-- dejaron huellas.
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En efecto, tal como se acredita a detalle en la revista Proceso que está en circulación, la renuncia de Fernando Francisco Gómez Mont Urueta al Partido Acción Nacional (PAN), el 11 de febrero --supuestamente por estar en contra de las alianzas con la izquierda--, fue en realidad una pantomima.
¿Por qué? Sencillamente porque la militancia de Gómez Mont en el PAN fue un invento de Germán Martínez, quien como su presidente llevó a ese partido a la peor derrota en sus siete décadas de historia, además de la vergüenza de haber sido impuesto, como su sucesor, no por la militancia, sino por el individuo que habita Los Pinos.
La adulteración del Registro Nacional de Miembros del PAN, que es el padrón electoral interno, implica responsabilidades estatutarias y jurídicas, pero revela también el proceder, sin escrúpulos, de Germán Martínez, el operador, y Gómez Mont, el beneficiario de la maniobra en la que --como en los crímenes-- dejaron huellas.