sábado, 13 de marzo de 2010

“La única manera de acabar con las mafias es atacarlas donde duele: en los capitales económicos y financieros”. Forgione




“La única manera de acabar con las mafias es atacarlas donde duele: en los capitales económicos y financieros”. Forgione
El ex presidente de la Comisión Interparlamentaria Antimafia de Italia considera que México lleva el combate al narco a un callejón sin salida y que hacen falta leyes que debiliten el capital de las mafias.



Según Francesco Forgione, uno de los mayores expertos antimafia y ex presidente de la Comisión Interparlamentaria Antimafia de Italia, quien visita la Ciudad de México para una gira de conferencias, el tema de la lucha contra las organizaciones mafiosas, entre las cuales pone a los cárteles del narco mexicano, se tiene que manejar con un enfoque diferente a la mera represión militar. “En México se está llevando a cabo una militarización del territorio por un gobierno que no tiene idea de cómo manejar la lucha contra el narco. El único resultado real de enviar al Ejército a la tierra del narco es el aumento de la violencia. Es la reacción natural de las familias de los narcotraficantes frente a un ataque directo. Deben demostrar su fuerza, tienen que decirle al Estado y al pueblo ‘nosotros somos más poderosos, tenemos el control de la violencia en el territorio’”, señala.

De hecho lo tienen. “Militarmente su potencia de fuego es mayor a la del propio Ejército y esta es una diferencia importante con la mafia italiana: los narcos mexicanos tienen una estructura organizativa que se parece mucho a la de los colegas colombianos. Muchos grupos, como Los Zetas, provienen de las fuerzas especiales del Ejército o de grupos paramilitares, como en Colombia; en cambio, el control del territorio es como el de la mafia italiana tradicional y el resultado da una de las organizaciones más poderosas en el mundo. En Italia ya se envió el Ejército a Sicilia contra la Cosa Nostra, en Campania contra la Camorra, en Calabria contra la ‘Ndrangheta en 1985 y en 1992, y fue una derrota: la militarización tiene como resultado principal la respuesta violenta de los cárteles, como demuestran los 18 mil muertos de los últimos años en México. Así yo interpreto las matanzas como la que involucró a 18 jóvenes en Ciudad Juárez”.
FM: ¿El problema entonces es la ausencia del Estado?

FF: La afirmación de que las mafias se desarrollan más donde el Estado está ausente la comparto sólo a la mitad. Más bien creo que, como en el caso de México, las mafias pegan incluso cuando el Estado sí existe, pero es corrupto. El control directo o indirecto de muchas instituciones locales por los cárteles de narcotráfico es muy fuerte en los estados del norte. Y donde no hay derechos, no hay trabajo, y como el único valor es la riqueza, el Estado pierde credibilidad y la adquiere inmediatamente el narco, que es rico, poderoso, macho, siempre consigue lo que quiere y está por encima de la ley. Una prueba del poder emulativo del narco es la cultura de los narcocorridos, canciones que exaltan las hazañas de los narcotraficantes como héroes casi comparados con santos, y muchas veces aceptados como parte del folclor local. Eso también existe en Italia, con la canción neomelódica napolitana. Pero esa cultura debe ser combatida a través de una información continua, cuidadosa, y a través de la educación.
FM: En estos días en México se está poniendo mucho a discusión la manera como el gobierno de Calderón ha manejado la lucha al narcotráfico. ¿Cuáles fueron las reacciones a su conferencia en el Senado?

FF: En realidad hubo mucho interés por parte de los senadores, más de lo que podía pensar. Hay la conciencia de que se tienen que cambiar muchas cosas. El poder Judicial, por ejemplo, depende del poder Ejecutivo, así que cuando se enfrenta con los intereses económicos del narco de una u otra manera las investigaciones se encuentran en un callejón sin salida. Es necesario un ministerio independiente, autónomo, y son necesarias y urgentes leyes que permitan el secuestro de los bienes económicos de los cárteles de narcotraficantes. Es siempre la misma historia. Se tiene que golpear a las organizaciones criminales allí donde no se ve, en ese grupo de banqueros, de funcionarios públicos, de contadores, de políticos a través del los cuales el dinero de la droga se lava y se reinvierte en la economía lícita, y para hacer esto se necesitan leyes ad hoc. Al igual que en Italia, la mafia, los narcos, son la otra cara de la globalización neoliberal, su rostro oculto, pero no puede haber una sin la otra. El gobierno debe abandonar la hipocresía sobre el origen del dinero. Enormes cantidades de capital provenientes del narcotráfico se invierten en el mercado legal, por lo que la clase dirigente, a lo mejor, no se atreve a cuestionar estas inversiones. Pero el dinero de las mafias contamina la economía y fortalece la delincuencia organizada. Además de esto se necesita también la reafirmación del Estado en el territorio, incluso a través de las fuerzas de policía, pero si la represión es la única estrategia del gobierno no se va muy lejos. En cuanto al tema de medios, en México no es que no se hable del tema del narco, el problema es que la información está casi exclusivamente formada por noticias de nota roja, por boletines de los decapitados y muertos, y es más importante el análisis social para permitir la difusión de una cultura de legalidad y antimafia. Es lo que yo estoy tratando de hacer con estas conferencias. Se tiene que entender que la única manera de acabar con las mafias es atacarlas donde duele; en los capitales económicos y financieros. Un dato nos ayuda a entender lo que digo: sólo en Italia, las tres mafias más grandes, Cosa Nostra en Sicilia, la ‘Ndrangheta en Calabria y la Camorra en Campania, tienen utilidades anuales de alrededor de 150 mil millones de euros, de los cuales sólo 30 por ciento es reinvertido en actividades criminales, pagos de sueldos, compra de drogas, armas, etcétera. El otro 70 por ciento se invierte en el mercado legal. Ahí esta la hipocresía de los gobiernos, que permiten que el mercado legal sea contaminado con el dinero mafioso y luego pretenden combatir a las organizaciones con la ocupación militar. La lucha que se tiene que llevar adelante es una lucha de legalidad. Sin la complicidad de las élites políticas económicas y financieras las mafias no podrían florecer tanto. Las mafias son la otra cara de la globalización financiera.


FM: Entonces, ¿cuáles son los instrumentos adecuados?

FF: Es necesaria antes que todo una legislación ad hoc. Leyes que permitan quitarle el patrimonio económico a las mafias, su verdadera fuerza. Luego es necesario un ministerio público autónomo. En México la magistratura depende del poder Ejecutivo, entonces no es independiente, no tiene fuerza para superar la corrupción de la política, y no puede operar una acción adecuada en la lucha al narco. Y al mismo tiempo es necesario que se difunda una información libre, continua, que ayude a construir una cultura antimafia. Los narcos tienen un gran poder de emulación: los jóvenes, sobre todo en zonas pobres, tienen como única aspiración la riqueza. ¿Y quién además de los narcos representa para ellos el modelo de éxito, riqueza, poder y fuerza? Si se considera que un kilo de coca en las manos del productor vale mil 200 dólares y en las manos de los distribuidores finales en Europa vale 240 mil dólares, es fácil entender la capacidad de producir riqueza de los narcos.
FM: El nivel de violencia que ha logrado tristemente México es muy alto. ¿Hay esperanza de cambio?

FF: Hay una gran diferencia entre el narco mexicano y las mafias italianas. En Italia la mafia es muy poderosa y tiene un control del territorio muy fuerte, pero actúa sin hacerse notar. La ‘Ndrangheta no necesita exhibir su poder, simplemente lo ejerce. Aquí en México el narco necesita mostrar los músculos exhibiendo su poder y su violencia a la luz del sol. Es un desafío continuo al Estado. Si no se cambia la cultura y los valores de la gente, a través de la información, de la educación en las escuelas, de la legalidad, será difícil combatir de manera adecuada los cárteles, aunque se envíen miles y miles de soldados. Hay esperanza, pero se tiene que cambiar de enfoque y dejar de ser hipócritas. Mi trabajo es la demostración de un cambio sí es posible.
FM: Entonces, ¿México será capaz de recuperarse de esta situación?

FF: El momento es delicado, sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que el gobierno no tiene intención de ir para atrás en su política punitiva y de militarización. Pero el cambio es necesario. Si no de inmediato, necesariamente tendrá que desarrollarse un debate jurídico sobre las cuestiones de corrupción pública y sobre el prohibicionismo. Es la única alternativa tras el fracaso de las políticas punitivas. Y espero que este debate permita la construcción de otro modelo de lucha, esta vez financiera, económica y social. Eso se tiene que hacer también en Italia.

Informe 2010 del Departamento de Estado

Oficina de legalidad y narcóticos internacionales
Reporte de estrategia, Vol II: Lavado de dinero y crímenes financieros
México, Marzo 2010

México es un importante país productor y de tránsito y es uno de los mayores conductos para ganancias de la venta de drogas ilegales desde los Estados Unidos. Estas ganancias son la principal fuente de fondos lavados a través de su sistema financiero y comercial. Otras fuentes mayores son la corrupción, el secuestro y el tráfico de armas y de personas. El contrabando de dólares a México y la repatriación del efectivo a Estados Unidos por mensajeros, vehículos armados y giros sigue siendo uno de los métodos más populares de lavar ganancias obtenidas por el tráfico de drogas. Además, las organizaciones criminales han establecido redes con grupos criminales de otros países para facilitar y desarrollar nuevos métodos de transporte, transferencia y lavado. Se estima que un rango de entre ocho mil y 25 mil millones de dólares son repatriados a México de los Estados Unidos anualmente por los cárteles.
Federico Mastrogiovanni