Jorge Carrasco Araizaga
MÉXICO, DF., 7 de marzo (apro).- Las Fuerzas Armadas son cada vez más motivo de confrontación en la sociedad mexicana.
Esa es una de las consecuencias de la decisión de Felipe Calderón de convertirlas en pivote de su “estrategia” contra el narcotráfico.
Lejos de controlar el problema, desataron la discordia. En los tres años del gobierno de Calderón, sectores cada vez más amplios han ido construyendo la certeza de que los militares, en particular el Ejército, se han convertido en los principales violadores de derechos humanos.
Para los sectores oficiales y oficiosos, por el contrario, además de imprescindibles, sólo cumplen institucionalmente las funciones policiales que les asignó Calderón. Y si hay abusos a la dignidad humana sólo se explican como “daños colaterales”.
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Esa es una de las consecuencias de la decisión de Felipe Calderón de convertirlas en pivote de su “estrategia” contra el narcotráfico.
Lejos de controlar el problema, desataron la discordia. En los tres años del gobierno de Calderón, sectores cada vez más amplios han ido construyendo la certeza de que los militares, en particular el Ejército, se han convertido en los principales violadores de derechos humanos.
Para los sectores oficiales y oficiosos, por el contrario, además de imprescindibles, sólo cumplen institucionalmente las funciones policiales que les asignó Calderón. Y si hay abusos a la dignidad humana sólo se explican como “daños colaterales”.