viernes, 9 de julio de 2010

De pactos y platos rotos…

Marcela Gómez Zalce

• Cofetel: Hostile takeover
• Disparos tricolores

Agitado cierre de semana donde el cruce de delicadas señales de advertencias, encono, amenazas y chantajes está en el apogeo de la moda política. Todo como secuela del divertido ambientito preelectoral desencadenado desde Los Pinos, entrando de lleno a la utilización de las vapuleadas instituciones para golpear al adversario tricolor… que tampoco se quedo atrás enseñando la cañería de su talento electoral por aplastar la voluntad de la ciudadanía, como ocurrió en Hidalgo y Durango.

La excelsa fotografía de la democracia mexicana my friend, es digna de Animal Planet en la cual la ausencia de los árbitros estatales, en su mayoría tripulados por las lacritas priistas, brillaron por su ausencia, haciendo comparsa del travieso juego sucio y citando al clásico Monsi (¡como haces falta, chingao!) para documentar el optimismo de que hay una runfla de cínicos disfuncionales de la PANdilla que apostaron a la desmemoria colectiva, regalando la joya del 2006 que tanto subestimaron, descalificaron y afrontaron: voto por voto.

El simpático desmadre jarocho ocasiono que, literalmente, se les botara el chip azul cerebral y ahora exigen lo que en 2006 le negaron a millones de mexicanos. Un recuento de votos para quitarle la bruma del sospechosísimo al 0.56 por ciento del celebre haiga sido como haiga sido. Esa herida que cuatro años después no sólo no ha sanado gracias a ese oficio de restar y dividir que hoy arrastra a ese Vive México que se vanagloria de tener a un PRI responsable… que se encargo de abrir la puerta de atrás para entronizar a Felipe Calderón
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El superdomingo

Pablo Gómez

Las elecciones en 14 estados del país arrojaron resultados contradictorios. Para el PRD, que postuló como propios a sólo cinco de los 11 candidatos a gobernador, se trata de un desastre, en especial por la vergonzosa pérdida de la única entidad que gobierna: Zacatecas, donde la derrota fue producto de la división de la izquierda, promovida por el propio partido en el gobierno. En cuanto a los estados gobernados por el PAN, el desastre es también total: todos perdidos, incluido Baja California. El PRI sólo consiguió mantenerse en una parte de los estados que gobierna; perdió en Oaxaca, Sinaloa y Puebla, mientras que Durango permanece bajo interrogante. Pareciera que los tres partidos perdieron.

Una característica importante ha sido la fuerte tendencia hacia la alternancia de partido. Seis de las 12 gubernaturas en juego cambiarán de manos. Asimismo, en Veracruz y Durango las diferencias son pequeñas. El voto de castigo o la simple crítica a los partidos que gobiernan llegó a expresarse como elemento decisivo.

Otra característica de las recientes elecciones fue el uso abusivo de los recursos públicos, la compra de votos y demasiadas maniobras, algunas estúpidas y otras inicuas. Los políticos mexicanos se lanzan con todo lo que el poder les confiere como si fuera de su patrimonio, y en no pocas ocasiones de manera francamente ilegal. Sigue sin existir en México un pacto de carácter ético en la lucha política.
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De alianzas y tontos útiles

Acentos
Epigmenio Carlos Ibarra

Siento no poder compartir la euforia de quienes celebran la victoria de las alianzas opositoras en Oaxaca, Puebla y Sinaloa y que convenientemente olvidan la derrota en Zacatecas y el tristísimo papel jugado en otras entidades.

Que los delfines de Ulises Ruiz y Mario Marín, figuras impresentables y sumamente debilitadas del PRI, no se hayan alzado con la victoria es lo único que celebro. Que para que eso pasara terminara un partido de “izquierda” sirviendo como “tonto útil” al PAN me parece trágico para el país.

Se ha consumado, con el concurso de quienes deberían estar al servicio de las mayorías empobrecidas y representar una esperanza real de transformación, una compleja operación de alquimia política que, permite suponer, que la disputa en 2012 —si no se produce una reconstrucción urgente y exitosa del proyecto de la izquierda electoral— habrá de librarse entre dos fracciones de una misma corriente política.

De pronto el turbio pasado del PAN y de Felipe Calderón se disuelve al grado que puede apropiarse de las consignas que fueron expresión de ese profundo agravio sufrido en 2006, el año del “haiga sido como haiga sido”, por la incipiente y desde entonces malherida democracia mexicana.
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