MÉXICO, D.F., 20 de julio.- Más allá de la valoración que cada quien haga acerca de las alianzas electorales entre el PRD y el PAN, y del carácter excepcional que se dé al caso Oaxaca, el dato duro incontrovertible; sin embargo, es la ausencia de la izquierda en la elección de 2010.
Como proyecto alternativo, como propuesta popular, como identidad propia, la izquierda desapareció del panorama.
Asistimos a una competencia bipartidista entre el PRI y el PAN, con sus respectivos aliados cada uno. El PRD acudió en un papel subordinado. Aceptó las condiciones y reglas que le impuso la fuerza política que cuatro años antes le robó la Presidencia mediante un fraude electoral.
Aun y cuando la Comisión Política Nacional del PRD acordó por mayoría no realizar una política general de alianzas con el PAN, lo que se hizo por parte de la actual dirigencia del PRD fue precisamente eso: una política general de alianzas con Acción Nacional.
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Como proyecto alternativo, como propuesta popular, como identidad propia, la izquierda desapareció del panorama.
Asistimos a una competencia bipartidista entre el PRI y el PAN, con sus respectivos aliados cada uno. El PRD acudió en un papel subordinado. Aceptó las condiciones y reglas que le impuso la fuerza política que cuatro años antes le robó la Presidencia mediante un fraude electoral.
Aun y cuando la Comisión Política Nacional del PRD acordó por mayoría no realizar una política general de alianzas con el PAN, lo que se hizo por parte de la actual dirigencia del PRD fue precisamente eso: una política general de alianzas con Acción Nacional.