jueves, 12 de agosto de 2010

El gigante de las siete leguas (Parte 1)

...No tendría forma ni palabras para describir mis impresiones como lo hizo un mexicano que, no en balde, es la persona de más autoridad para hablar de la tragedia de ese país...


Reflexiones del compañero Fidel


Lo supe por Aristóteles, el más famoso filósofo de la historia del hombre.
El ser humano es capaz de acciones maravillosas o de las peores iniquidades.
Su asombrosa inteligencia es capaz de usar las leyes inalterables de la naturaleza para hacer el bien o el mal.

Con mucho menor experiencia que la que hoy poseo, en los días en que se gestaba nuestra lucha armada en las montañas de Cuba, en la gran nación mexicana ―donde cualquier cubano vio siempre algo propio― vivimos un fugaz pero inolvidable período en que todas las maravillas se reunían en un rincón de la Tierra.

No tendría forma ni palabras para describir mis impresiones como lo hizo un mexicano que, no en balde, es la persona de más autoridad para hablar de la tragedia de ese país, ya que fue electo gobernador del importantísimo distrito electoral de la Ciudad de México, Capital de la República, y en las pasadas elecciones del 2006 fue el candidato de la “Coalición por el bien de todos”.

Se presentó a las elecciones y ganó la mayoría de los votos frente al candidato del PAN. Mas el imperio no le permitió asumir el mando.

Yo conocía, como otros dirigentes políticos, cómo Washington había elaborado las ideas del “neoliberalismo” que vendió a los países de América Latina y el resto de los países del Tercer Mundo como la quintaesencia de la democracia política y el desarrollo económico, pero nunca tuve una idea tan nítida de la forma con que el imperio utilizaba esa doctrina para destrozar y devorar las riquezas de un importantísimo país, rico en recursos naturales y hogar de un pueblo heroico que tuvo cultura propia desde antes de la era pre cristiana, hace más de dos mil años.

Andrés Manuel López Obrador, una persona con la que nunca hablé, ni sostuve con él relación de amistad, es el autor de un pequeño volumen que acaba de ser editado, a quien agradezco la brillante exposición que hace de lo que está sucediendo en ese hermano país. Su título es “La mafia que se adueñó de México… y el 2012”.

Llegó a mis manos hace cuatro días, el 7 de agosto, en horas de la tarde, después que regresé de mi reunión con los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba. Lo leí con enorme interés. Describe la forma en que Estados Unidos devora a dentelladas un país hermano de este hemisferio, al que ya una vez arrebató más del 50% de su territorio, las mayores minas de oro con altísima ley, y la riqueza petrolera explotada intensamente durante más de un siglo, de la que se extraen todavía casi tres millones de barriles diarios. Omito la referencia a su enorme extracción de gas, por ignorar los datos.

En el capítulo 1 explica el extrañísimo fenómeno de que en México haya desaparecido el ferrocarril, que fue creado en tiempos de Benito Juárez, cuando se inició el primer tramo de Ciudad México a Veracruz.

Durante la administración de Porfirio Díaz se extendió en más de 20 mil kilómetros, esfuerzo que con posterioridad la Revolución Mexicana amplió considerablemente.

Hoy existe un ferrocarril que “va de Chihuahua, Chihuahua a Los Mochis, Sinaloa. En un abrir y cerrar de ojos, los tecnócratas acabaron con la ilusión de los liberales del siglo XIX, que veían en la comunicación por ferrocarril la vía idónea para hacer progresar a México” ―relata el libro de Obrador.

“La llegada de Fox a la Presidencia de la República sólo sirvió para recomponer el viejo régimen y continuar con la misma corrupción. En realidad se trató del sexenio del gatopardismo, esa maniobra en que, en apariencia, todo cambia para que todo siga igual. Fox, desde antes de que tomara posesión de la presidencia, se subordinó a los organismos financieros internacionales y, obviamente, continuó sirviendo a los potentados del país. Es más, no sólo mantuvo inalterable la política económica, sino que se apoyó en el mismo grupo de tecnócratas que venía actuando desde la época de Salinas.”
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