domingo, 7 de noviembre de 2010

Crónica de una desgracia anunciada

TRIBUNA CAMPECHE

Manuel. R. GANTUS CASTRO

En la primera planta de TRIBUNA (4-II-10) en una columna se lee ¿Quién pidió un penal? Buena pregunta sin respuesta oficial aún. En verdad que fue fabuloso despertarnos con la noticia de la probabilidad de que se construya en nuestro estadito un Penal de Alta Seguridad. Ante el riesgo de que esa catástrofe —por ahora amenaza— se convierta en realidad, es necesario que el pueblo entero levante la voz enardecido, súper molesto y muy encabronado.

Resulta que a la Federación o como se llame el genio que se fijó en nosotros, no le basta la joda que le ha puesto a nuestros paisanos de Ciudad del Carmen con el petróleo, sino que abusando de nuestra bonhomía y don de gentes, de nuestra pendejez, ahora nos honra con lo señalado como amenaza.

Recordemos brevemente que cuando se anunció que Campeche flotaba en el “oro negro” irreventemente escribí entonces que lo esperable con esa futura explotación, eran problemas como los que en ese entonces el Estado de Tabasco vivía: encarecimiento en general, criminalidad, drogadicción, aumento en la población que acudiría ante el espejismo del empleo y que al no lograrlo pasaría a formar parte de los cinturones de miseria y sus consecuencias.

Obviamente “el sistema” respondió que precisamente ante esa desgraciada experiencia vivida en Tabasco, ya se había aprendido de los errores y que de ninguna manera se repetirían en el Carmen... ¿Y qué sucedió? Bien lo sabe usted ciudadano imberbe: que los errores no solamente se repitieron, sino que se agregaron otros más muy originales hasta llegar a la experiencia de los secuestros, tráfico de drogas, levantones, ajusticiamiento, presencia de los zetas, etc., etc.

Ahora ante la posible realidad de la desgracia anunciada veamos qué podremos esperar en el corto plazo: asentamiento de las familias de los capos que nos honren con su visita, aunque tenemos que aceptar que no es culpa de esas familias, pero que finalmente no es nada bueno lo esperable; aumento de el tráfico de drogas y fauna acompañante; riesgo permanente de intentos de fugas, aunque en esto debemos reconocer que la corrupción ya permite que el prófugo salga tranquilamente por la puerta grande; encarecimiento secundario a los millones que manejan los señorones de las drogas; riesgo de secuestros, guerra entre las bandas, etc., etc.

Los ejemplos los tenemos desgraciadamente por cientos. Y si en estados tan ricos e importantes como Nuevo León han sucumbido a lo relatado, ¿qué podemos esperar nosotros, tan pequeñitos, tan buenos, tan pendejos? Ahí está brevemente la panorámica.

¿Que es exagerada? Dios así lo quiera, ojalá y sea exageración de un pesimista irredento. Yo mejor le sugiero que digamos que no y que exijamos al gobernador su negativa al respecto... y nada de tibiezas como decir que se construya, pero... ¡lejos de la ciudad!, por ejemplo digno de la falta de definición y responsabilidad.

Ahora este servidor se lanza al ruedo para comprobar mi poder de convocatoria, urgiendo el pueblo para levantar en una sola voz nuestra negativa más enérgica para exigir al Gobierno (¡gulp!) su definición al respecto. Y todos juntos en una sola mano común les digamos: ¡Toma tu Champotón! ¡Vale!
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