lunes, 17 de septiembre de 2012

Reformas peligrosas

Ayer, ante la Liga de Economistas Revolucionarios (LER), el coordinador de la fracción priísta en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones, apremió a aprobar las reformas estructurales promovidas por Enrique Peña Nieto, con el argumento de que sin reformas no avanzaremos y el país permanecerá en la mediocridad de los últimos años en materia de crecimiento, empleo y seguridad pública. Asimismo, criticó el bajísmo nivel de crecimiento económico que ha prevalecido en los últimos 12 años... que dio lugar a un desempleo masivo y a un incremento de la pobreza y la desigualdad.

Es pertinente recordar que los indeseables fenómenos mencionados por el legislador –el crecimiento mediocre, el incremento del desempleo y la pobreza, así como la crisis de seguridad pública– no comenzaron hace 12 años, en 2000, con la llegada del panista Vicente Fox a la Presidencia, sino hace 30, en 1982, con el arribo a Los Pinos del priísta Miguel de la Madrid, y se agudizaron hace 24, cuando éste fue sucedido por su correligionario Carlos Salinas de Gortari, el cual empezó a aplicar en México, de manera abierta e implacable, los postulados del llamado consenso de Washington. Las administraciones subsiguientes, priístas y panistas, no han hecho más que profundizar y extender el modelo neoliberal al conjunto de la economía, con las consecuencias ampliamente conocidas y sufridas por la mayor parte de la población: apertura indiscriminada de los mercados internos, cierre masivo de empresas, devastación del agro, eliminación de casi toda la propiedad pública, pérdida de derechos y conquistas laborales, demolición de la política social y su remplazo por programas clientelares para el control electoral de los más desfavorecidos, devastación de los sistemas públicos de salud y educación, ahondamiento de las desigualdades sociales, multiplicación de la pobreza, la miseria y el desempleo; surgimiento, en pocos lustros, de unas cuantas fortunas que se cuentan entre las mayores del mundo, descomposición institucional progresiva y un creciente acotamiento de la soberanía nacional en todos los órdenes.

Aunque la seguridad pública se ha deteriorado en forma sostenida desde el sexenio de Salinas, en el de Calderón confluyeron en un punto de catástrofe el desastre social dejado por un cuarto de siglo de políticas neoliberales, la corrupción institucional, la falta de comprensión de los fenómenos delictivos y el déficit de representatividad y legitimidad de las instancias oficiales.

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