Durante las protestas del 1 de diciembre
hubo “vacío de mando, como un limbo, en la transferencia de poderes”,
dice el uniformado grado primero. Varios de los destructores llevaban un
guante negro, agrega.
Julio Hernández López
Publicado: 10/12/2012 09:42
Publicado: 10/12/2012 09:42
México, DF. Un policía capitalino que actuó el pasado primero
de diciembre asegura que sus compañeros pasaron de la contención a
las detenciones en la avenida Juárez cuando por radio se les informó
que debían realizarlas “por orden directa” de Marcelo Ebrard,
todo en un “vacío de mando, como un limbo, en la transferencia de
poderes”.
El uniformado señala que hubo aprehensiones “fuera como fuera”,
que algunas instrucciones eran lanzadas por radio con la clave del
jefe Mondragón que ya no era jefe, que varios de los destructores
del Centro Histórico llevaban un guante negro con los dedos cortos y
algunos no sabían ni pintar el símbolo de los anarquistas, que las
cámaras del Centro de Control y Comando (C2) se han quedado
inexplicablemente inutilizadas para saber qué pasó ese día y que
los policías están nerviosos por temor a que los políticos
nuevamente “se limpien” con ellos a la hora en que los
estudiantes exijan castigo a los responsables de las detenciones sin
fundamento.
Es un agente grado primero que se identifica ampliamente pero pide
guardar su identidad. Lleva el uniforme puesto y acepta ser
videograbado, de espaldas. De mediana edad, dice haber terminado la
secundaria y conocer a la policía a profundidad; tiene hijos que son
universitarios y deplora que la política ponga a pelear a las
familias. Le mueve a hablar el haber visto ese “caos” que llevó
a injusticias contra ambos bandos y el abandono en que siempre se
tiene a los policías, como sucedió en Tláhuac, en el News Divine y
en otros casos en los que la hebra se rompe por el lado de los
agentes y no de los verdaderos responsables. Mondragón y Ebrard, en
este caso.
En el auge de la campal
¿De quién provino la orden de comenzar a detener gente?: “Por
las frecuencias de radio, por el Tetra (marca del sistema de
radioenlace Terrestrial trunked radio: N. de la R.) ya no se
sabía, los mandos ya no sabían; algunas órdenes las lanzaban con
la clave del jefe Mondragón, que para ese entonces se supone que ya
no era el jefe de nosotros porque ya estaba tomando protesta en San
Lázaro, y en el auge de la campal, en la situación cuando ya está
más fuera de control, ya las órdenes decían que ya venían directo
de Marcelo Ebrard”.
Narra parte de lo que vivió: “Estaban todos, el jefe Centro, el
jefe Revolución, el jefe Morelos, el jefe de los Pumas,
prácticamente de todos los cuadrantes de la delegación Cuauhtémoc.
Es obvio que nadie dice la orden es directa, pero se escucha por el
Tetra; en el nerviosismo o en el caos, no sé de quién salía
directo la orden y salió así, ¿no?, la orden directa de Marcelo.
La orden de cuando dejamos de contener, porque primero fue pura
contención, resistir los embates, porque eso sí fue muy real, la
policía no llegó de que llegamos y los atacamos, la policía atacó
hasta después de una hora de estar resistiendo; aventaban de todo,
los videos son muy claros, y allí se dio la orden R9, de hacer
detenciones... ¡R9, R9 ya!, y es el momento de que, pos pásale,
¿no?”
En la Alameda “era un caos en el que ya no se podía hacer nada.
Llegó el momento en que las corretizas ya eran un desastre. Las
frecuencias saturadas por ambulancias, detenciones de ‘súbete a la
patrulla’ y vámonos, fuera como fuera. Unos actuaban y otros no.
Hubo un momento de confusión en el Hemiciclo a Juárez, entre que
unos comenzaban ya desesperados a golpear o, más que nada, a
defenderse, y había órdenes de ‘no, todavía no pueden
intervenir, sólo contención’, como en otras manifestaciones. Pero
las otras son pacíficas, a lo mucho nos arrojan pintura, orines,
agua, lo que sea. Y aquí empezaron que ¿quién está ordenando?,
¿quién, a ver? Seguramente al calor del momento: ‘la orden es
directa de Marcelo Ebrard’. La orden ya de hacer el R9, ¿no?
Detenidos, ya quieren detenidos”.
¿Aprehensiones arbitrarias, injustas?: “cuando dicen
deténganlos, muchos sí fueron agarrados de los que estaban
golpeando a los policías; muchos otros fue al momento pues ya de,
presta, ¿no?, de mucha gente que se paraba a reclamarnos, ¿no?,
porque te los llevas. De los que sacan el celular, eso es muy típico,
¿no?, todo mundo nos graba, hagamos lo que hagamos, y pues sí en la
molestia, impotencia y la frustración de todos nosotros. Además de
que la orden era ‘agarren ya’: no fue una orden así de ‘agarren
a todos’, pero sí de ‘agarren a todo aquel que se ponga pendejo’
(...) no a todos los que se agarró fue a los que estaban agrediendo
o causando destrozos. Incluso de todos los detenidos que vi, en la 50
en el búnker, no vi a nadie de los grupos que se hacen llamar
anarquistas que estuvieron ese día. Muchas señoras que sí, o gente
que va pasando y que en ese momento dice ‘no te lo lleves’, pero
que a lo mejor no estuvo en la marcha”.
El policía de primer grado dice que siempre hay infiltrados para
“controlar a los más agresivos”. Por ejemplo: “señoras llenas
de trenzas de pelo amarillo, pintado; parecerían de la Facultad de
Filosofía”. Cuando se les detiene, se identifican con la clave X3
o muestran el radio Tetra que llevan escondido, exclusivo de la
policía, y son liberados. Dice que un problema legal evidente es que
los detenidos fueron “aventados” a las patrullas y luego se
integraron mal las averiguaciones previas, con errores en cuanto a
lugar y circunstancias del apresamiento.
Recuerda que el C2 es capaz de ubicar a un par de ladrones en el
Centro Histórico, seguirlos, avisar a una patrulla “por dónde se
metieron hasta a otra colonia” para que los alcancen, pero el
primero de diciembre no siguió a los encapuchados. Afirma que los
anarquistas que él conoce son “puros alcohólicos y drogadictos,
que tienen protesta contra el gobierno”, pero sin organización
como la que se les achaca. Comenta que varios de los destructores
eran “vendedores ambulantes, de los que siempre están afuera de la
Plaza de la Computación”. Lamenta que al necesitar más
contingentes los mandos policiacos recurran a policías bancarios,
que cuidan oficinas o fábricas y son puestos a “controlar”
manifestaciones y detener gente.
Y cierra mencionando que en la policía “hay un chingo” de
descontento contra los mandos y en especial contra Ebrard y
Mondragón, porque actúan con fines políticos y sacrifican a los
agentes para cuidar sus figuras.
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