Álvaro delgado
México, D.F., 16 de junio (apro).- La decapitación de Santiago Creel ilustra la cada vez más cruenta lucha entre facciones del Partido Acción Nacional (PAN), que en otras latitudes ha llegado ya al extremo del asesinato, pero ratifica también que se trata de hostilidades que nada tienen que ver con las ideas, a las que la derecha suele ser tan repelente, sino estrictamente con afanes de poder.
Quizá haya panistas con suficiente bagaje doctrinario para explicar la incorporación formal al PAN de Miguel Angel Yunes Linares, ese testaferro priista de Carlos Salinas que ahora se presenta como la principal oferta de ese partido para “ponerle un alto al abuso, la corrupción y la demagogia” en Veracruz, en cuyo estado fue secretario de Gobierno con Patricio Chirinos y cobró notoriedad, a finales de 1993, al tratar de ridiculizar a Cuauhtémoc Cárdenas enviándole a un grupo de travestis.
Yunes, quien invita a la risa llamando al “cambio ético” en Veracruz, es uno de los ejemplos de la degradación del PAN, no sólo por ser otra pieza en el engranaje de colusión de Elba Esther Gordillo con ese partido y con los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, sino, sobre todo, por ser la impunidad el sello característico de esa coalición de intereses.
Leer Nota AQUI