Temas y contextos: el petróleo, la delincuencia y la consulta pública
“Reforma energética, ¿y eso qué es?”, respondió una señora que salía del templo Aranzazú, ubicado en la confluencia de las calles Colón y Prisciliano Sánchez, al ser invitada a votar en la consulta pública sobre si se quiere o no la reforma energética presentada por Felipe Calderón en el Congreso de la Unión. Y así –según refirieron voluntarios que ayudaron a la celebración de dicho ejercicio democrático en el estado de Jalisco– mucha gente respondió con frases parecidas: “no sé”, “ahorita no”, “mañana vengo”, “se me olvidó la credencial en mi casa”, “no estoy enterado de ese tema”, “no me meto en política”, etcétera.
¿Por qué muchos jaliscienses no participaron en la consulta pública celebrada ayer?, ¿por qué no están informados de lo que sucede en el país, de la reforma energética?, ¿cómo explicar este ambiente de desinformación?
Los dueños de las televisoras, soldados del Ejecutivo
A diario, las televisoras repiten que hay delincuencia, que se debe hacer algo para detenerla, que el secuestro es un hecho inadmisible, que cómo es posible que el hijo del empresario Alejandro Martí muriera por la inseguridad reinante; que si los gobernantes no pueden, renuncien. Hoy, las pantallas informan sólo y exclusivamente de la “delincuencia” que se da en México. Cubren desmesuradamente las declaraciones de dirigentes de organizaciones en contra de los secuestros. Hacen análisis y siempre concluyen: más penas para que los delincuentes no salgan de la cárcel. Sin embargo, en esas sesudas reflexiones, jamás van más allá: nunca se preguntan las causas. Ni asomo de relacionar la pobreza que viven millones en el país y la falta de puestos de trabajo con el crimen, con la inseguridad. Ellos sólo quieren más penas para quienes delinquen.
Por su parte, un tema como lo que se debe o no hacer con el petróleo mexicano (que debería importar al conjunto de la población y definirá mucho el futuro de la nación) es tratado de una manera marginal. Los debates que se dieron en la Cámara de Senadores, en los cuales la mayoría de los especialistas adujo que la reforma enviada por Calderón es privatizadora y no se debe aceptar, fueron mencionados poco en los noticieros de las televisoras.
En un país donde la mayoría de la población se entera de las cuestiones políticas a través de la televisión, el sesgo que éstas impriman a sus noticias es trascendental para el comportamiento de los ciudadanos. Pese a esta desinformación, en Jalisco muchos votaron por el “no”, por no querer que se privatice Pemex, por no desear que los recursos de la nación que dotan al presupuesto de la mayoría de sus ingresos, sean regalados (con argucias mediáticas) a las empresas extranjeras.
El secuestro, un tema viejo que se convierte en nuevo
El secuestro ha sido un delito recurrente en estos últimos años. Afecta, en la mayoría de los casos, a estratos pudientes de la sociedad: empresarios, políticos, gerentes de empresas trasnacionales, gente de la oligarquía, etcétera. Durante la gestión de Vicente Fox se incrementaron los secuestros en el país. Con Felipe Calderón esta tendencia no ha cambiado. Sin embargo, hoy, cuando exactamente se celebra una discusión sobre la reforma energética y quienes ocupan el Ejecutivo federal pretenden privatizar Pemex, el secuestro se vuelve el único tema digno de la atención de los “analistas políticos” de la televisión y de la mayoría de las radiodifusoras.
El Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, signado el pasado jueves en la capital del país, donde estuvieron presentes gobernadores, líderes sindicales charros, jefes de diversas iglesias, cúpulas empresariales y dueños de medios de comunicación, además de Felipe Calderón, fue un espectáculo para que los ricos de este país se sintieran más seguros y demostraran su poder.
Este “acuerdo” no ataca las causas de la delincuencia, la cual es producida por la pobreza, la falta de oportunidades y un sistema económico que ha colocado al país en situaciones de crisis recurrentes y de imposibilidad para progresar con equidad y justicia. El cónclave de los “personajes principales” del país fue, sin duda, para evitar el secuestro, no la delincuencia; para castigar, no para solucionar. María Elena Morera, presidenta de México Unido contra la Delincuencia, una organización que se dedica a luchar contra el secuestro, lo mencionó claramente: “debemos ver en poco tiempo una importante disminución en el secuestro y no sólo grandes acuerdos que no se cumplen”. El objetivo fue claro: la lucha es contra el secuestro, no contra la inseguridad en su conjunto.
La delincuencia que afecta a los pobres, ésa no se trató. Las causas de este mal que azota al país ni se mencionaron. El secuestro fue el tema principal. Y los que suelen ser afectados por éste, es decir, los ricos de este país, demostraron que ellos mandan, que ellos son jefes, que ellos impusieron a quien está en la Presidencia y que le exigen ya, pronto, resultados.
La consulta y el petróleo
La consulta pública ha sido desprestigiada por los poderosos y por la elite política panista y priísta: que es del PRD, que los diputados decidan y la sociedad no, que ya es tarde porque los acuerdos ya están, que la gente no importa, que las preguntas están mal hechas, que no se debe preguntar al pueblo su opinión porque éste es ignorante y no sabe nada de nada. Eso dicen, eso argumentan, eso establecen.
Pero la consulta significa un ejercicio democrático. Y es así porque se le pregunta a la gente, porque deberían existir más ejercicios como éste, porque ya basta que siempre se tomen las decisiones importantes del país en una oficina lujosa con gente bien que opina siempre pensando en sus intereses particulares y no en los nacionales. Por eso es importante la consulta. Hizo falta más organización, más planeación, mayor apoyo. Pero aún así, con estos problemas, miles de personas en Jalisco acudieron a votar y dijeron no. Y lo dijeron convencidas. Por eso, por este simple hecho, los gobernantes deben mirar, escuchar y tomar en cuenta los resultados. Hacer lo contrario significa ir en contra del pueblo y de la esencia de la democracia. Lástima que los que usurparon el gobierno hace ya dos años carezcan de sentido común para pensar en la gente.
Los resultados dicen no
Son las seis de la tarde en la plaza del templo de Aranzazú. El conteo, a pesar de las gotas de agua que comienzan a caer, se inicia. A la primera pregunta: “Actualmente la exploración, transporte, distribución, almacenamiento y refinación de los hidrocarburos son actividades exclusivas del gobierno. ¿Está de acuerdo o no está de acuerdo que en estas actividades puedan ahora participar empresas privadas?”, 135 personas dijeron no y 35 sí. La segunda interrogante: “En general, ¿está de acuerdo o no está de acuerdo con que se aprueben las iniciativas relativas a la reforma energética que se debate actualmente en el Congreso?”, 107 votantes expresan no y 66 sí. Los no ganaron, pero también se observa que la costosísima campaña mediática, esa que anuncia a todas horas en radio y televisión que se precisa la reforma, que la reforma va, que es imprescindible, que nos hará mejores y que dejaremos con ella de importar gasolina, ha hecho efecto. Pero los mexicanos, abrumadoramente, expresan no a la privatización. Y si el pueblo dice no, si hay decenas de miles que expresan no, el gobierno calderonista debe respetarlo.
El petróleo, lo importante
No cabe duda que mejorar la seguridad es importante, un derecho de la sociedad, una obligación del gobierno. Pero dicho tema no debe opacar ni nublar la discusión sobre el petróleo. El gobierno de Felipe Calderón llegó a la Presidencia debiendo facturas, facturas que ha comenzado a pagar y que necesita saldar. Una de ellas, quizá la más importante, es la privatización de Pemex. Quienes lo apoyaron quieren la industria energética. Por eso es imprescindible la lucha para que el petróleo continúe siendo de los mexicanos, para que Pemex se modernice, para que se acabe la corrupción en la empresa paraestatal y funja como palanca de desarrollo.
El gobierno de Felipe Calderón ha utilizado el tema de la seguridad para desinformar a la población, para hacer de un problema constante el tema de hoy, el problema de hoy, la necesidad de hoy. Y lo ha hecho para que la reforma energética privatizadora sea aprobada silenciosamente en el Congreso de la Unión mientras se discuten cuántos años se le otorgarán a los secuestrados. Es un juego macabro, una apuesta de un gobierno insensible y agobiado. Por eso la consulta es importante; por eso el petróleo debe ser el tema de hoy; por eso la lucha necesita continuar, fortalecerse y manifestarse: porque es urgente, porque sin ella el país se acercará, todavía más, al caos. Y el caos es indeseable.