Ricardo Andrade Jardí
Ahora que la tragedia alcanzó también a las oligarquías y que el tema del secuestro pasó de ser una nota del “rating” telecrático, para convertirse en el asunto de seguridad pública que siempre debió ser, desde el primer secuestro hasta el último, tal vez eso le habría salvado la vida a muchos, incluido el joven hijo del “poderoso” empresario que ahora, por el dolor propio, sabe lo que es el México de verdad, conviene abrir -como lo propone el escritor Carlos Monsiváis- el debate sobre la impunidad, tema del que todos hablan pero en el que ninguno de los actores responsables atiende de fondo. La impunidad es también un negocio o el cobijo para que el “negocio” que sea tenga éxito. En esa lógica, criminal sin duda, se integran las bandas de secuestradores y se fomenta el crimen organizado, el que en México se organiza presumiblemente en el interior de las “instituciones de la democracia”.
Muchos son los actores que han fomentado la impunidad para su beneficio propio, entre ellos se encuentran una buena parte de los “poderosos” empresarios que hoy exigen solución al problema de la inseguridad, el que sólo puede ser solucionado con dos cosas: justicia social y real combate a la impunidad en todas sus presencias. ¿Están los empresarios FOBAPROA dispuestos a combatirse a sí mismos?
Imposible describir a todos los actores con responsabilidad directa o indirecta en la “magnífica” y terrible industria del secuestro en México en este breve espacio, pero sin duda podemos empezar a proponer para el debate algunos de ellos.
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