México,DF.- Apenas sonaban las alarmas de los despertadores en muchas casas, en otras la gente estaba ya lista para salir a trabajar o llevar a los niños a la escuela, era un jueves normal para la mayoría de los capitalinos, al menos eso parecía.
Eran las 07:19 de aquel 19 de septiembre de 1985, el ciclo escolar apenas iniciaba y el país estaba justo a la mitad de uno de sus sexenios más controversiales, el de Miguel de la Madrid Hurtado.
Las cosas parecían del todo normales, otra agitada jornada empezaba pero de repente la tierra comenzaría a descargar su fuerza en una de las ciudades más emblemáticas de América Latina. El terremoto de 8.
1 grados en la escala de Richter que sacudió a México Capital fue el más catastrófico que hasta la fecha ha padecido el país. Nunca antes tantos muertos y tantos heridos habían sido causados por un movimiento telúrico. Pero tampoco nunca antes el espíritu mexicano y su sentimiento de solidaridad habían sido puestos a prueba de tal forma.
El terremoto de 1985 cambio la historia y la forma de ver las catástrofes naturales a un país entero. Tan sólo dos minutos bastaron para que cientos de edificios cayeran y miles de personas murieran bajo los escombros, otras más quedarían atrapadas y de ellas muchas no serían encontradas nunca, las cifras eran aterrorizantes y crecían día con día.
La réplica que ocurrió un día después la tarde-noche del 20 de septiembre catapultó el miedo de la gente. México sería declarado en estado de emergencia y las brigadas de ayuda internacional comenzarían a llegar casi de manera inmediata.
Pero fue entonces cuando el principal recurso salió adelante. El apoyo de la misma gente para sus conciudadanos en desgracia sería la más grande fuerza de rescate, ayuda y sobre todo el motor que haría a la capital mexicana salir adelante.
Piedra a piedra cientos de carretillas se llenarían para ir buscando metro a metro los restos de las personas muertas o a todos aquéllos milagrosos sobrevivientes de la catástrofe telúrica más grave en la historia.
Y así pasaron semanas completas de tensión en las cuales todos los días se conocían casos nuevos de niños rescatados, familias enteras que habían sobrevivido bajo tierra, recién nacidos sobreviviendo entre los escombros de un hospital y muchos más que alimentaban la esperanza de todo un país y que daban fuerza a las miles de manos que levantaban los muros caídos.
La ayuda internacional no se hizo esperar y figuras de la talla de Plácido Domingo ofrecieron su apoyo de varias formas ya fuera donando dinero para la causa o ayudando con las labores de rescate diario. La nación mexicana recibía el apoyo de cientos de países.
Fueron días muy difíciles y muchas las personas involucradas, cientos de miles los muertos y al final un ciudad que unía a todo un país. México aprendería muchas cosas a partir de ese momento pero sobre todo, nunca más olvidaría la terrible mañana de aquel 19 de septiembre de 1985.
Fuente : mx.starmedia.com
Eran las 07:19 de aquel 19 de septiembre de 1985, el ciclo escolar apenas iniciaba y el país estaba justo a la mitad de uno de sus sexenios más controversiales, el de Miguel de la Madrid Hurtado.
Las cosas parecían del todo normales, otra agitada jornada empezaba pero de repente la tierra comenzaría a descargar su fuerza en una de las ciudades más emblemáticas de América Latina. El terremoto de 8.
1 grados en la escala de Richter que sacudió a México Capital fue el más catastrófico que hasta la fecha ha padecido el país. Nunca antes tantos muertos y tantos heridos habían sido causados por un movimiento telúrico. Pero tampoco nunca antes el espíritu mexicano y su sentimiento de solidaridad habían sido puestos a prueba de tal forma.
El terremoto de 1985 cambio la historia y la forma de ver las catástrofes naturales a un país entero. Tan sólo dos minutos bastaron para que cientos de edificios cayeran y miles de personas murieran bajo los escombros, otras más quedarían atrapadas y de ellas muchas no serían encontradas nunca, las cifras eran aterrorizantes y crecían día con día.
La réplica que ocurrió un día después la tarde-noche del 20 de septiembre catapultó el miedo de la gente. México sería declarado en estado de emergencia y las brigadas de ayuda internacional comenzarían a llegar casi de manera inmediata.
Pero fue entonces cuando el principal recurso salió adelante. El apoyo de la misma gente para sus conciudadanos en desgracia sería la más grande fuerza de rescate, ayuda y sobre todo el motor que haría a la capital mexicana salir adelante.
Piedra a piedra cientos de carretillas se llenarían para ir buscando metro a metro los restos de las personas muertas o a todos aquéllos milagrosos sobrevivientes de la catástrofe telúrica más grave en la historia.
Y así pasaron semanas completas de tensión en las cuales todos los días se conocían casos nuevos de niños rescatados, familias enteras que habían sobrevivido bajo tierra, recién nacidos sobreviviendo entre los escombros de un hospital y muchos más que alimentaban la esperanza de todo un país y que daban fuerza a las miles de manos que levantaban los muros caídos.
La ayuda internacional no se hizo esperar y figuras de la talla de Plácido Domingo ofrecieron su apoyo de varias formas ya fuera donando dinero para la causa o ayudando con las labores de rescate diario. La nación mexicana recibía el apoyo de cientos de países.
Fueron días muy difíciles y muchas las personas involucradas, cientos de miles los muertos y al final un ciudad que unía a todo un país. México aprendería muchas cosas a partir de ese momento pero sobre todo, nunca más olvidaría la terrible mañana de aquel 19 de septiembre de 1985.
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