Francisco Rodríguez
Indice Político
LA CAPTURA DE los tres presuntos autores materiales del atentado en Morelia, no fue resultado de investigaciones llevadas a cabo por quienes deben procurar justicia. Para no variar, alguien desde la sociedad -muy probablemente un contrincante-- hizo la tarea que correspondería a las autoridades y, a través de una llamada anónima, dio ubicación y quizá hasta nombres de quienes hace casi dos semanas perpetraron el condenable ataque a la población civil.
Sin embargo, el “éxito” alcanzado no llegará más allá.
Mejor que nosotros los paga-impuestos, los investigadores saben que las organizaciones criminales a las que se adjudica el evento operan a través de células inconexas. Llegar a los jefes o a los estrategas de la vil acción será imposible, a menos que los “investigadores” se encontraran con una nueva delación.
Este “éxito”, en realidad, es un fracaso. Otra muestra más del “Estado fallido”.
Y es que la delincuencia organizada ya no sólo llena los huecos que el “Estado benefactor” dejó de ocupar. Ya no sólo remodela templos, escuelas y plazas públicas. Ya no nada más paga a los médicos y adquiere los fármacos para que las clínicas funcionen en las serranías de donde provienen o en las que operan. Ya no sólo da empleo a jóvenes de todos los estratos sociales. Ahora también realiza actividades policiacas. Lo peor es que lo hace con un éxito mayor al que a veces, sólo a veces, llegan a alcanzar AFI's, PFP's, Cisene's o tecnologizados Centros de Mando y cuanto engendro burocrático u ocurrencia paguemos los contribuyentes.
Deberíamos felicitarnos. Porque menos mal que los delincuentes no se decidieron a obsequiar justicia, aplicando la pena capital a quienes -sus enemigos, sus contrarios-- lanzaron las granadas en la capital de Michoacán.
No lo hicieron porque, al igual que lo calculan los políticos, “matarlos en caliente” no les hubiera rendido mediáticamente como sí sucede hoy.
Dilucidarlo no es difícil, pues el mensaje es claro: hay una delincuencia “mala”, que es combatida por la delincuencia “buena”. Grupos criminales que van para “arriba y adelante”. Que trabajan “para el bienestar de la familia”. Simplemente, “para que vivas mejor”.
El horizonte se oscurece ante ello. Porque si a las efectivas capacidades de ejecución que demuestran los grupos criminales, se suman sus habilidades políticas y económicas, lo que se vislumbra es que todo el espectro ya está ocupado por ellos.
Lo ha confirmado, apenas, el joven secretario de Gobernación quien, ante diputados, ha reiterado que el crimen organizado se ha infiltrado en los procesos político-electorales. Lo que ha quedado en denuncia. Nada más.
Y se soslaya, porque así conviene, que a través del blanqueo de divisas, la delincuencia organizada está presente en los procesos financieros y productivos del país.
Por lo delineado, entonces, se advierte que lo ahora presentado como un “éxito”, en realidad es otro ejemplo de la creciente debilidad de nuestro “Estado fallido”, ¿no cree usted?
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