Julio Pimentel Ramírez
Como en toda crisis económica capitalista que se respete, los simples mortales vemos cómo “rebotan” las cotizaciones en las bolsas y un día caen para el otro, como por arte de magia, elevarse, todo respondiendo a las multimillonarias inyecciones de dólares provenientes de fondos públicos (aplicada por los gobiernos estadounidenses y europeos, que de esa manera socializan pérdidas) y al carácter especulativo del capital financiero en manos de un puñado de grandes empresas y “hombres de negocios”, auténticos piratas de cuello blanco.En México, al lado de la crisis financiera padecemos un proceso de descomposición política en el que el gobierno federal y sus aliados muestran cada día su ineficiencia, corrupción y carencia de ética, mientras asoma el rostro de la represión en contra de los movimientos sociales.A manera de un patético “cruzado”, en búsqueda de la inalcanzable legitimidad de la que “genéticamente” carece, a la menor oportunidad Felipe Calderón desenvaina su mellada espada y declara “guerras” a cuanto problema se le pone enfrente. Los resultados de estos “combates” no dejan de ser trágicos y lamentables dado que tienen como escenario el territorio nacional y como público, convertido en actor involuntario, a los mexicanos que aún no toman en sus manos la dirección de su destino. En el terreno de la seguridad, la “guerra” declarada a grandes voces por Calderón en contra del crimen y la delincuencia organizada lejos de irse ganando presenta aberrante saldo rojo por la sangre de miles personas asesinadas, incluyendo la de inocentes, así como por la metástasis del cáncer de la violencia y el narco que invade a la República.Cabe anotar que la autenticidad de esta declaración de “guerra” es puesta en tela de juicio no solamente por “detractores” del gobierno ilegítimo sino incluso por destacados elementos del régimen.
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