viernes, 24 de octubre de 2008

México SA





Carlos Fernández-Vega

■ Tranquilidad de la clase política

■ Mañosos resquicios legales en la reforma a Pemex

Para “mejor momento” se habría dejado la privatización de la industria petrolera nacional. Es un breve descanso, porque con lo aprobado ayer en el Senado logró contenerse, por ahora, la intentona calderonista (que se anexa a las cuatro previas, de Miguel de la Madrid a Fox), aunque mañosamente permanecen resquicios legales por donde, más adelante, sin duda, lo pretenderá de nuevo.

Parte del “consenso” alcanzado por quienes la aprobaron es que la “reforma”, si bien aligerará algunos fardos financieros, no es precisamente la que requiere Petróleos Mexicanos, sino la que dejó momentáneamente tranquila a la clase política, quien ahora se presenta no sólo como inmaculada, sino como eficiente, negociadora y propositiva, imagen que les costará unos miles de pesos más a los contribuyentes, porque el Congreso ha decidido auto promoverse por medio de una costosa campaña propagandística.

Es, según dicho de las cabezas visibles de la negociación, la “reforma” que pudieron, no la que debieron, tal cual hicieron con la fiscal del año pasado, (la del gasolinazo, que ni ellos mismos han respetado, igual de estrecha, como tantas otras). Son “reformas” pequeñas, limitadas, de corto plazo, que nunca cierran las puertas traseras para los grandes negocios privados, a través de las cuales y por años prácticamente todo se ha colado en el sector energético (comenzando por lo constitucionalmente prohibido), pero finalmente son resultonas para la clase política, porque le permiten auto celebrar que “en este país es posible alcanzar consensos” y que ella “sí cuida el interés nacional”, aunque, por ejemplo, el corporativismo sindical permanezca incólume.
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