sábado, 4 de octubre de 2008

¿Se acabó el neoliberalismo?

Ojalá, pero no se acaba la pasión demente por el dinero. Sin embargo el strip tease de Wall Street entre otros hechos dramáticos está mostrando muchas indecencias. No es impune hacer carretadas de dinero virtual para enriquecer a los menos con el dinero de los más. Hoy hasta los más cerrados derechistas, por diferentes razones, rechazan la ecuación dinero=éxito, especialmente si se queda en manos de unos cuantos y es el estado, es decir, todos los ciudadanos, los que pagan los platos rotos. Hasta los gringos partidarios de Bush abrieron un poco los ojos y se negaron de entrada al Fobaproa made in USA, en su caso porque no quieren que el gobierno meta la mano en sus finanzas ni para rescatarlos. Pero muchos de esos mismos, cual borregos belicistas, aceptaron la elección fraudulenta del 2000 y luego reeligieron a Bush y estuvieron de acuerdo en darle al gobierno los 700 mil millones de dólares que hoy les pide para el rescate bancario cuando se trató de una cantidad igual para destruir Irak -curiosa coincidencia de números-. ¿Acaso alguien ha podido olvidar la
carísima y sangrienta invasión petroneoliberal,
con vehículos y armas de la guerra de las galaxias contra una inerme población, debilitada por 10 años de embargo total, pero dueña de su petróleo? ¿Todavía lo es?
En México hasta los empresarios fabricantes de espurios entienden al ver el país cada día peor, más pobre y asfixiándose bajo el peso de miles de cadáveres -más que en Irak– que se equivocaron de “peligro”. Se queja de Calderón el presidente de Coparmex, Ricardo González Sada, “Se aventó como el Borras”, sin estar organizado contra el crimen (bien) organizado y sigue metiendo patas. A este respecto hasta Eduardo Ruiz Healy lo acusa de “gastar a lo tarugo” 310 mil millones de pesos sin resultado alguno, al contrario. Pero les faltó decir o quizás entender que si pudieron los empresarios comprar la presidencia, no pudieron comprar la legitimidad
que es el cobijo que busca su Lipe con el ejército al que le sigue aumentando el presupuesto y los sueldos (aparte de poner a los soldados en riesgo constante de morir por él, porque no por la Patria, o de desertar e irse con los narcos), todo en detrimento de rubros como la educación, la salud, el empleo, la ciencia, etc.
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