Manú Dornbierer
Satiricosas
Hoy le contaré, lector, “la verdadera historia de los contratos petroleros de riesgo” tal como me la contó un priísta vertical, inteligente y enterado que me pide reservar su nombre, porque dadas sus características y conocimientos no es del agrado de los prianistas ni de las chucherías del PRD y lo fastidian que hay que ver.
Todos éstos celebran una victoria pírrica por la chuchista aceptación de senadores y diputados de una Reforma de PEMEX que, aunque mejoró la original y súper entreguista de Calderón gracias a la presión de AMLO, al consecuente debate petrolero en el Senado y las resultantes propuestas del FAP que fueron aceptadas, no cerró, sin embargo, las rendijas de las ratas, no es 100% segura contra la insidiosa privatización, no trató el gravísimo asunto de la Isla Bermeja, desaparecida por Zedillo, que cede un territorio patrimonial (marino) incalculable, no le pone un freno al sindicalismo charro y cómplice de los presidentes traidores. Es más que sospechosa la inicial resistencia de los senadores y luego el rechazo de los diputados de incluir las famosas 12 palabras que serían un verdadero candado contra la voracidad, prohibiendo claramente que se cedan lotes de territorio a extranjeros para exploración y perforación.
Es tan importante la redacción de la reforma que la presentada por Calderón al principio suscitó una denuncia de “traición a la patria”, encabezada por los juristas Jesús (no Chucho) González Schmal y Jaime Cárdenas que ahora la harán extensiva y particular a cada senador y a cada diputado que haya votado por ella. Y es que la reforma que ha hecho creer a Calderón que es igual a su paisano, el presidente Cárdenas, héroe de 1938, y por ende debe ser llamado Lipe-Lázaro, dejó abiertas las mismas rendijas para las ratas que ofrecían a las compañías los contratos de riesgo del presidente Miguel Alemán (1946-1952).
Los contratos de riesgo de Alemán resultan a la distancia una tración a la nacionalización del petróleo. Hay que entender que en aquel momento del siglo XX, las dichas compañías expulsadas por Lázaro Cárdenas mediante el 18 de marzo de 1938, no se quedaron muy tranquilas y contentas en los años siguientes. Están y han estado siempre dispuestas a “destruir Irak” por el petróleo. Lo único que detuvo su reacción inmediata en aquel entonces fue la II Guerra Mundial que terminó en 1945. Y habría que ver si el presidente Avila Camacho no permitió que siguieran “trabajando” durante la citada guerra por alianza estratégica, cuando los gringos hundieron el barco “El Potrero del Llano”, o cualquier otro pretexto.
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