(traducción por Hasardée)
26 nov 2008
El atolladero de las izquierdas europeas
Por Bernard Guetta *
Los socialistas franceses, ya se sabe, no se ven y no se escuchan mucho, pero ¿los otros? Bueno, controlada y menos grotesca, el resto de la izquierda europea también anda mal. Recurre al Estado y resurge por todas partes, sus ideas triunfan pero, también por todas partes pierde terreno. Aunque la derrota de las recetas liberales y la recesión mundial que han provocado deberían llevarla a lo más alto de los sondeos y aunque debería prepararse para volver al poder en todas las capitales de la Unión, la izquierda europea permanece incapaz de hacerse oír; sofocada, muda, hundida, en una coalición con la derecha en Alemania, obligada a aliarse a los conservadores en Austria, arrojada a la oposición en Italia, y no sabiendo ya en ninguna parte, no solamente en Francia, si debe buscar su salvación en la radicalización o anclándose en el centro. Vayamos hacia atrás para tratar de comprender.
En los días que siguieron a la guerra, la izquierda era ideológicamente dominante. Socialistas o conservadores, los gobiernos no tenían otra opción que llevar las políticas keynesianas, intervencionistas y sociales, puesto que todo así lo exigía. La obligación de apoyarse en el poder público para financiar la reconstrucción aseguraba a los Estados un papel ineludible. El temor hacia el comunismo y la capacidad de empleo para todos creaban tal relación de fuerzas entre el Capital y el Trabajo que las huelgas se arreglaban con aumentos salariales y prestaciones sociales.
En estos años de auge económico, las derechas no tenían más remedio que preconizar la cogestión entre las empresas y los trabajadores para encausar el poder sindical. Pero la rueda dio un giro.
La reconstrucción terminó, el desempleo siguió al empleo total, en tanto que las clases medias, olvidando que debían su existencia a la redistribución fiscal, se sublevaron contra los impuestos. Muchos sectores de esta clase se fueron hacia la derecha, permitiendo el triunfo de la “revolución conservadora”, la cual con Margaret Thatcher y Ronald Reagan a la cabeza decía que “El Estado no es la solución sino el problema”. Toda la relación de fuerzas de la posguerra, se invirtió a mediados de los años 70 y este desorden económico y político permitió a las empresas occidentales hacer frente al encarecimiento de las materias primas transfiriendo y constriñendo sus costos de producción, aumentando el desempleo y reduciendo inexorablemente la seguridad social.
Encima de esto, casi al mismo tiempo, el comunismo se derrumbó y las nuevas economías emergieron. No solamente el temor político no incitaba al capital al compromiso sino que la competencia de los países asiáticos, invencibles en cuanto al costo de la mano de obra, ejercieron una gran presión sobre los salarios occidentales. Desde el comienzo de los años 80’s, las izquierdas estaban en un punto muerto, llegando a ser tan impotentes para extender y hasta para defender las conquistas sociales, que perdieron su razón de ser, arrinconadas al grado de explicar como lo hizo Lionel Jospin, que “el Estado no lo puede todo”. Las izquierdas europeas, han tratado entonces de ligar flexibilidad y protección. Algunas lo han logrado. La mayor parte no han llegado sino a nublar su imagen y en ese mismo momento se han resignado a no poder hacer nada por los estratos populares y a distanciarse de éstos, a correr tras las clases medias y a renunciar a todo dirigismo, que la recesión económica ha situado a contra corriente. Frente a la crisis que provocaron, los liberales se han vuelto “pragmáticos”, redescubriendo a Keynes, llamando, con las derechas y las empresas, a más del Estado, más regulación, más déficit y más de dinero público. Las izquierdas se quedan calladas al no saber como reapropiarse un patrimonio ideológico que siendo suyo, ahora, se les ha robado. Se reconstruyen más en la “reorientación” que en la “radicalización”, con ayuda de palabras sin contenido, al encuentro de su salvación.
Las izquierdas europeas no encontrarán un lugar y no se volverán a hacer escuchar si no es proponiendo un nuevo pacto social y dándose los medios para imponerlo; restaurando la redistribución fiscal, creando nuevas protecciones sociales que respondan a las nuevas condiciones de producción y construyendo juntas, un poder público europeo a fin de contrarrestar el poder del Capital. Nada es más urgente para las izquierdas que dotarse de una plataforma común, clara, simple y concisa, y de ir unidas a las elecciones nacionales y europeas.
Entre más tarden las izquierdas en comprender y, en hacer comprender que la Europa política es su primera batalla, más tardarán en renacer.
Bernard Guetta es miembro del consejo de vigilancia de Libération (diario francés de corte izquierdista).
Algunos comentarios al artículo hechos en el mismo diario Libération:
Pobre líder de la izquierda
Hay mucho que decir después de este artículo. Primero, la caída de los partidos comunistas no arregló las cosas. Los diferentes líderes socialistas han sido todos incapaces de dirigir el Estado y su partido. Ellos pensaron sobre todo en su reelección. La privatización de los servicios públicos mostró la incompetencia y la traición de los responsables de la izquierda en Europa. En Europa, hace falta un Chávez o un Morales.
A este comentario se suman otros más de 40 entre otras cosas se menciona el gobierno socialista de España que fue omitido en el artículo así como el gobierno de François Mitterrand en Francia años atrás, también omitido en el artículo.
En algún otro comentario se contradice al primero diciendo que Chávez es un irresponsable...