domingo, 9 de noviembre de 2008

JORGE GÓMEZ NAREDO ::La muerte de Mouriño, ¿accidente o atentado?::

JORGE GÓMEZ NAREDO
La Jornada Jalisco

Vivimos en una guerra: Felipe Calderón la declaró. Lo hizo sin el consentimiento del Congreso ni de la sociedad. Sacó al Ejército a las calles, a patrullar, a cumplir labores policiacas. Desde la llegada del panista a la Presidencia, los asesinatos entre cárteles de la droga se han incrementado. Todos los días mueren alrededor de 15 personas relacionadas con el tráfico de estupefacientes. Todas las semanas, debido a la “guerra contra el narcotráfico”, policías fallecen y son acribillados jefes de seguridad y hasta alcaldes. Calderón, ante esta imagen dantesca, arguye siempre que la lucha contra el crimen organizado va y que costará vidas, muchas vidas.

El narcotráfico, un negocio bastante redituable, ha infiltrado corporaciones policiacas, alcaldías, gobiernos, congresos, secretarías... Por todos lados, silenciosamente, está el dinero el narco, la influencia del narco. Las autoridades defienden a unos y atacan a otros. No se dice, pero se sabe. Se entiende, se interpreta y se conjetura.

Este es el contexto. Y el contexto permite hacer más comprensibles los hechos que suceden en el país. Como por ejemplo la caída del jet donde viajaban Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos. ¿En un país donde el narcotráfico está siendo “combatido” y está “perdiendo la batalla” (según lo han mencionado las autoridades federales), no podría pensarse en un atentado? ¿Por qué la insistencia de Luis Téllez, secretario de Comunicación y Transportes, en hacer de la caída de la aeronave perteneciente a la Secretaría de Gobernación un simple accidente?

Las explicaciones para justificar “el accidente” no han sido contundentes. Quedan muchas dudas. Fue extraña la manera en cómo la aeronave donde viajaba Mouriño se desplomó. Muy extraña. Un avión no suele caer en línea vertical. Las fallas técnicas, en una aeronave donde se supone viaja la persona con el segundo cargo más importante del país, suelen ser inexistentes. Además, una falla técnica no provoca que un avión se precipite de esa forma. Decir que la causa fue una turbulencia dejada por otro avión, una de las hipótesis del supuesto “accidente”, resulta absurdo. El piloto del vuelo que venía atrás del jet donde viajaban Mouriño y Vasconcelos, Emilio Hernández Galindo, en entrevista con una revista electrónica refutó las hipótesis dadas por las autoridades y mencionó: “Yo digo que sí lo tiraron [al jet donde viajaba Mouriño]. [Pero] que el gobierno diga que los narcos están tirando los aviones donde viene un secretario de Gobernación y que tienen acceso a este tipo de cosas, pues está muy complicado […] No creo que [lo] vayan a decir, aunque así haya sido, que hubo una especie de sabotaje con esta aeronave. No lo van a decir. Definitivamente no lo van a decir”. Entonces, ¿pensamos en accidente o en atentado?

Muchos testigos de la caída del jet donde viajaba Juan Camilo Mouriño indican que, desde el cielo, la aeronave ya venía en llamas. Son muchos quienes argumentan eso. Pero la PGR ha indicado que no, que eso no es cierto, que todos mienten, que las investigaciones dicen lo contrario: ¡no hubo explosión antes de la caída! No la hubo y no la hubo. Luis Téllez repite que no, que no y que no. ¡Todo fue un accidente!

El viernes pasado fue detenido Jaime González Durán, alias El Hummer, fundador y uno de los líderes máximos del grupo Los Zetas, brazo ejecutor del cártel del Golfo. Tres días después del extraño “accidente” del avión donde viajaba Juan Camilo Mouriño se detiene a uno de los líderes de Los Zetas y también el Ejército decomisa un arsenal de 500 mil cartuchos, 428 armas, 287 granadas y mil cargadores. ¿Existe alguna relación entre la muerte de Mouriño y estos “logros” del gobierno federal? ¿Fue acaso una reacción del gobierno la detención de El Hummer y el decomiso del colosal arsenal? Simples preguntas.

La muerte de Juan Camilo Mouriño ha servido para que Felipe Calderón y los medios de comunicación afines al michoacano intenten hacerlo héroe nacional: un dechado de virtudes. Sin embargo, Mouriño estaba lejos de ser eso. Parecería que todo se debe olvidar: el enriquecimiento ilegal de Mouriño y su familia, los contratos irregulares con Pemex y el notorio tráfico de influencias. En su alocución en el Campo Marte, con los féretros presentes de quienes murieron en el avionazo (los que fallecieron y no venían adentro del jet simple y llanamente han sido olvidados por las autoridades), Calderón declaró: “[Mouriño] Fue objeto de críticas y víctima de calumnias. Sin embargo, puedo asegurar que fue un hombre franco y honesto […] bienaventurados los que por causa de lo alto son insultados y se diga toda clase de calumnias en su contra, porque su recompensa será grande”. Sí, las críticas que en vida recibió Mouriño, ahora se han convertido en delitos.

¿Mouriño murió en un accidente o fue asesinado?, si fue un atentado, ¿quién lo perpetró?, ¿el narcotráfico?, ¿acaso una intriga palaciega?, ¿sabremos alguna vez realmente lo que pasó? Preguntas, hay muchas preguntas. Desgraciadamente, la mayoría de ellas no se contestarán. O quizá sí, pero quedarán las dudas: esas dudas que nos indican, hoy, que Mouriño no murió en un accidente, sino en un atentado.

jorge_naredo@yahoo.com