María Teresa Jardí
Asumiendo, sin aceptar, que ni el usurpador ni sus guardianes cercanos sabían lo que le ocurriría al ya insostenible secretario de Gobernación y a los acompañantes del mismo, por razones de lógica elemental a Calderón no le habría permitido el Estado Mayor Presidencial subir de inmediato en otro avión.
No en tanto no se tuviera la seguridad de que se trataba de un infortunado accidente y no del cumplimiento, por ejemplo, de la amenaza contenida en las mantas que los narcos le van dejando al usurpador desgobierno mexicano en puentes, edificios y plazas.
Lógica elemental, pura y simple lógica, habría obligado a hacer pernoctar al usurpador aunque los muertos hubiesen sido la mujer y sus hijos. Ilegítimo y usurpador, se asume como Presidente de una nación y como tal no se habría puesto su vida en peligro sin saber de cierto que no iba a ocurrir lo mismo.
Línea de investigación sin duda para cuando se escriba la verdadera historia del avionazo con el que perdieran tantos la vida. En un país que colecciona asesinados como estampitas, veinte o treinta muertos más tampoco es que tengan mayor importancia que la relativa a los cargos ocupados. Siempre me ha llamado la atención la adoración al cargo y el irrespeto a la persona que al día siguiente de dejarlo se convierte en invisible a los ojos de los que lo adulaban mientras ocupaba el cargo. Deformación cultural que tiene que ver con el alma de vasallos en busca de colonizadores para gobernarnos.
De película de horror están todos los propuestos para suplir a Mouriño, Tello Peón entre ellos, aunque siguen definiendo la corrupción del fascismo usurpador que el PAN encabeza.
Pero inconcebible, incluso por cuestiones de lógica también, se deshicieron de un cuestionado, no sólo por el abuso en el reparto de los contratos para hacerse de los bienes de la nación, sino también por su origen que como impedimento legal la Constitución señala para ciertos cargos, y ya quieren poner a otro de similares características.
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