El diferencial anual entre la inflación y el incremento de los salarios mínimos es mayor a dos puntos porcentuales. Esto es un robo en despoblado. De por sí, haber igualado un aumento con otro hubiera sido un atraco, pues la inflación, durante el año, va carcomiendo el salario y esa disminución mensual real del ingreso no se compensa nunca. Pero bajar los salarios en el saldo anual es una verdadera grosería.
¡Qué sangre tan fría puede tener un gobierno al imponer una disminución de los salarios! Y que no se diga que el mínimo sólo opera para menos de la cuarta parte de los trabajadores, ya que todos los salarios están calculados con la misma base, incluso los llamados profesionales. Al cabo, también los contractuales se comportan de la misma forma ya que éstos van a tomar en la práctica el tope porcentual de los mínimos.
La inflación está al doble de lo esperado por las autoridades, lo cual no es nuevo. Pero esto tampoco justifica el robo a los trabajadores.
Las cosas están mucho peor si se analiza el incremento de los alimentos —13.4 por ciento en el año—, ya que la mayoría de los asalariados utiliza su ingreso en comprar principalmente comida. Medido así el problema, la disminución salarial alcanza 10 por ciento en términos reales. ¿Qué hace una familia cuando tiene que comer una décima parte menos que antes? Pero, el gobierno, frío. Eso sí que es no tener madre.
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