Tenía que llegar. Está ya, de hecho, instalado entre nosotros. Es un fantasma, parafraseando a Marx, que ronda México. Quizás muchas de las miles de muertes violentas que se han registrado a lo largo y ancho del territorio nacional, son, desde hace tiempo, resultado de su actuación en la oscuridad. No es aventurado pensar que muchos de esos decapitados, hoy atribuidos a enfrentamientos entre bandas del crimen organizado, son solamente sus primeros ensayos. La obligada prueba de sangre para sus sicarios. El proceso de aprendizaje y consolidación operativa. La validación, en el terreno de sus métodos. Hoy, con las manos manchadas de sangre, ha salido a la luz pública y reclama, ante la ineficiencia del gobierno y los órganos de seguridad y quizás con su complacencia incluso, una personalidad y un peso político propios; es, uno de los más terribles y frecuentes males de la historia latinoamericana: el paramilitarismo.
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