Horizonte político
José A. Crespo
El VI Encuentro Mundial de las Familias, celebrado la semana pasada bajo auspicios de la Iglesia católica, ha puesto una vez más de manifiesto el enorme retraso ideológico de esa institución religiosa —y política— con respecto a la evolución de la sociedad en el siglo XXI. Las concepciones católicas acerca de la familia en general, y de la sexualidad en particular, evocan el oscurantismo de la Edad Media. Contrasta la idea cristiana del sexo como fuente de pecado y vergüenza, con la de varias tradiciones orientales (el hinduismo, el budismo, el tantra o el taoísmo), donde la sexualidad no sólo se ve como algo natural, sino incluso como un vehículo de desarrollo espiritual (canalizando debidamente su poderosa energía). Pero la Iglesia católica, y muchas otras derivadas de ella (protestantes y puritanos), ha mantenido un concepto pecaminoso de la sexualidad.
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