Luis Linares Zapata
La alternancia en el Ejecutivo federal en 2000 dio como fruto una mediocre continuidad tanto del modelo de gobierno priísta como de su correlato: la conducción económica neoliberal. Sólo se le aderezó una paletada de tontería e ignorancia que Fox y sus gerentes aportaron. Ambos, como ya es más que evidente, no dan más de sí. Por eso el desencanto no tardó en cundir por todos los rincones de la patria. Por arriba y abajo crujió el sistema establecido, aunque de diversas maneras. Sólo un puñado de mandones, ya bien trepados en lujuriosos privilegios amasados durante los tres sexenios precedentes, supieron sacar enorme tajada para rellenar bolsillos e influencias.
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