Víctor M. Quintana S.
Obama está todavía en un periodo de gracia. Mucha gente mantiene aún una cautelosa esperanza en el primer presidente afroestadunidense de Estados Unidos. En días recientes se le han hecho llegar dos cartas referentes al tema agroalimentario. Una la firman 108 organizaciones rurales y de investigación estadunidenses y de 28 países más; otra, las organizaciones de México que participan en la campaña Sin maíz no hay país.
El hecho es que hay una guerra peor que la de Afganistán o la de Irak, que Obama ignora, a diferencia de estas últimas: es la guerra de baja intensidad contra las agriculturas campesinas, indígenas y familiares que han emprendido un puñado de trasnacionales del agronegocio, la mayoría con base en Estados Unidos y sus aliados.
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