Jorge Carrillo Olea
Todos lo niegan pero todos lo hacen. No estoy hablando del pecado carnal que tanto asusta de dientes para afuera a los de la derecha extrema. Me refiero a los que son, sin confesarlo, escondidos, sin orgullo y con vergüenza, miembros formales o no de la Organización Nacional del Yunque, o simplemente El Yunque, la organización medieval que los acoge, o en otras latitudes miembros de La Sagrada Familia. Nunca aceptan su filiación.
Sus miembros visibles más prominentes dentro del PAN no son en realidad los auténticos dirigentes cupulares, éstos no se ven. Así, los dos funcionarios principales y otros más resultan simplemente las marionetas de un movimiento mayúsculo que no va tras las elecciones simplemente: va por el país en sus términos históricos, filosóficos, políticos y materiales, un poder siniestro tras telones.
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