La imagen del país está muy enferma. México requiere urgentemente no una vacuna, sino un antiviral que lo cure y ponga en pie.
Los signos vitales que muestra la economía nacional son débiles y ciertos sectores, como el turismo, languidecen.
Sin desestimar las acciones preventivas adoptadas por el gobierno mexicano, que sin duda fueron eficaces en la contención del nuevo virus, es innegable que la autoridad sanitaria nunca reparó en el daño brutal que se provocaría a la imagen de la nación y terminó por vulnerarla.
A los lamentables mensajes sobre corrupción, narcotráfico, secuestros y ejecuciones que México lanza cotidianamente al mundo ahora se suman los de una epidemia, de cuyo origen los mexicanos no somos responsables, pero que logró activar las alarmas de varias naciones que ahora nos miran con recelo.
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