domingo, 24 de mayo de 2009

Moho

Jorge Moch

La televisión trasmina sus usos y costumbres tal que moho, insidioso y perpetuo, a muchos otros ámbitos de la sociedad mexicana. Es cosa común que de las telenovelas no poca gente ha aprendido malas maneras de incordiar al prójimo; he visto pleitos de vecinos, acaloradas discusiones donde nunca falta la damita que, exacerbado el ánimo hasta la rabia, profiere insultos o amenazas con aires de diva malvada de la novela de moda. En los años ochenta, de particular y nefasta estética popular, abundaron las catalinas creel con y sin parche en la jeta. Yo tengo una tía abuela detestable, de ésas que es imposible imaginar parientas de uno y que es así, villana odiosa sacada de una de sus amadas telenovelas, nomás gastando el calendario en inventarse cómo chingar, porque lo suyo no es molestar, ni abusar, ni interpelar, ni juzgar, sino eso, chingar al prójimo, y no hay modo en la vida real de sacarla del libreto. O sí hay, pero tampoco pienso sacrificar mi vida en chirona por su triste memoria…
Leer Nota AQUI