MÉXICO, DF, 2 de junio (apro).- Los impulsores de la anulación del voto –cuya causa comienza a proliferar de manera vertiginosa en blogs, redes sociales y mensajes digitales-- se han olvidado de un punto delicado: el problema fundamental en los comicios de 2009 no es la ingente pobreza de la "clase política" que aspira a ganar diputaciones, alcaldías y seis gubernaturas, sino la ostentosa guerra sucia que desde el poder encabeza el presidente Felipe Calderón con todos los instrumentos de facto que están a la mano para adelantarse a cualquier resultado electoral y anular, desde ahora, la voluntad popular.
La verdadera campaña en marcha es la emprendida desde Los Pinos por Calderón Hinojosa en contra de todas aquellas fuerzas e instituciones del Estado que amenacen su inclinación por la mano dura y su paranoia de perder el poder ante las torpezas de su gobierno.
Basta con enumerar los casos de la epidemia de influenza, del combate al narcotráfico y, sobre todo, de la grave crisis económica que amenaza con dejar más de un millón de desempleados en este año.
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