Detrás de la Noticia
Me estremece EL UNIVERSAL en el vuelo de regreso: “Para la comisionada del Instituto Nacional de Migración, Cecilia Romero, el turismo sexual, tráfico de mujeres, redes de pederastia, plagio y violencia contra miles de migrantes ‘son males de la humanidad’ que México no puede erradicar”.
En pocas palabras, resignémonos a que todos estos crímenes pronto sean socialmente aceptados.
Indigna por todas partes: porque con esos argumentos pretende justificar la gigantesca corrupción de los mercenarios a su cargo en el INM; la señora Romero miente por omisión o ignorancia porque no es verdad que todos esas aberraciones deban ser aceptadas como inherentes a la naturaleza humana; la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta no gozan violando a un niño ni se dedican a comprar o vender mujeres; y si bien es cierto que en los años recientes ha aumentado alarmantemente el número de viajeros sexuales o de usuarios de páginas de pederastia en internet se debe precisamente a la permisividad auspiciada por gobiernos que, como éste, creen que estos delitos son inevitables. Una actitud que no sólo es sospechosamente derrotista, sino que viene acompañada de una conveniente insensibilidad que jamás se conduele del dolor ajeno, que trata los crímenes como tragedias y a las tragedias como errores administrativos.
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En pocas palabras, resignémonos a que todos estos crímenes pronto sean socialmente aceptados.
Indigna por todas partes: porque con esos argumentos pretende justificar la gigantesca corrupción de los mercenarios a su cargo en el INM; la señora Romero miente por omisión o ignorancia porque no es verdad que todos esas aberraciones deban ser aceptadas como inherentes a la naturaleza humana; la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta no gozan violando a un niño ni se dedican a comprar o vender mujeres; y si bien es cierto que en los años recientes ha aumentado alarmantemente el número de viajeros sexuales o de usuarios de páginas de pederastia en internet se debe precisamente a la permisividad auspiciada por gobiernos que, como éste, creen que estos delitos son inevitables. Una actitud que no sólo es sospechosamente derrotista, sino que viene acompañada de una conveniente insensibilidad que jamás se conduele del dolor ajeno, que trata los crímenes como tragedias y a las tragedias como errores administrativos.