Ricardo Monreal Ávila
Vivimos una democracia surrealista, donde lo imaginario y lo irracional supera lo real. O donde la realidad es el primer hecho irracional del cual tenemos que partir si pretendemos cambiarla.
Por ejemplo, hay que anular el voto para que tenga un valor especial la decisión de votar. Hay que sacar el ejército a la calle para que haya paz en los intranquilos hogares mexicanos. Hay que judicializar las elecciones para concluir que la finalidad de las autoridades es el gobierno de las leyes. En materia de seguridad hay que crear sucesivos estados de excepción para que el estado de derecho se vuelva una realidad ordinaria.
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