Dictadura del capital financiero, parlamento y sistema judicial de pacotilla para beneficiar a los traficantes del poder, militarización de la vida y control corporativo de gremios y clases sociales son señales del fascismo. Le falta el movimiento de masas, aquel que vitoreó a Mussolini con camisas negras, a Franco “de cara al sol con la camisa nueva”, a Hitler enaltecido en escenarios grandilocuentes. De algún accidente se valió Bertolt Brecht para atesorar una película donde Hitler ensaya los gestos, los ademanes, el tono de voz y los pasos de ganso con los que enloquecía multitudes. De aquí el paso importante del trío formado por Elba Esther Gordillo, Enrique Peña Nieto y Aquiles Córdova el dirigente histórico y perpetuo de Antorcha Campesina. 130 mil asistentes al Estadio Azteca el domingo 21 de junio llegaron acarreados desde los estados centrales de la República, escucharon el discurso retador y violento de Córdova para insistir en la presencia organizada de los antorchistas ante las sonrisas complacientes de Gordillo y Peña a quien lo traicionó el subconsciente al declararse en lucha por la desigualdad en México
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