El lunes seis de julio amanecimos con titulares de la prensa muy parecidos que daban cuenta del triunfo del PRI en las elecciones: “El PRI noquea a AN y al PRD…”, “Arrasó el PRI”. “Regresa el PRI”, “El PRI aplasta al Presidente”.
Ese mismo día, en la clase que imparto en una escuela de periodismo, opté por no tocar el tema que correspondía y consideré importante comentar con mi grupo el resultado de la elección, y cómo ellos, en su calidad de futuros reporteros, habían procesado el hecho.
Una de mis alumnas, una joven de unos 22 años, se dijo incrédula de lo que le había tocado ver y saber en Chalco, estado de México, de donde es originaria. “¡No es posible profesor, da vergüenza y tristeza ver cómo el PRI compró a la gente!”.
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Ese mismo día, en la clase que imparto en una escuela de periodismo, opté por no tocar el tema que correspondía y consideré importante comentar con mi grupo el resultado de la elección, y cómo ellos, en su calidad de futuros reporteros, habían procesado el hecho.
Una de mis alumnas, una joven de unos 22 años, se dijo incrédula de lo que le había tocado ver y saber en Chalco, estado de México, de donde es originaria. “¡No es posible profesor, da vergüenza y tristeza ver cómo el PRI compró a la gente!”.