La embestida del gobierno de Felipe Calderón contra los trabajadores electricistas y los brutales ataques que ferrocarrileros, petroleros, telegrafistas y maestros sufrimos entre 1956 y 1960, perpetrados por los gobiernos de Ruiz Cortines y de López Mateos, tienen el mismo fondo: se trata de castigar a sindicalistas que no se someten al control oficial y sí defienden las mejores causas nacionales. Hay, desde luego, diferencias: entonces hubo violenta represión y presos políticos, pero hoy vemos nada menos que la desaparición de una empresa estatal y el cese de todos los trabajadores. Igual que entonces, hoy se viola la Constitución, si bien ahora hay una enérgica solidaridad parlamentaria que en aquel tiempo no existió.
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