Por supuesto que no es desdeñable el nuevo llamado de Felipe Calderón. Incluso sus críticos más severos y aun sus más recalcitrantes opositores habrían de darle el beneficio de la duda.
Pero si el Presidente convoca a la buena fe, debe empezar a ejercerla él mismo. De entrada suena a exclusión que lamente que “en la discusión de los temas medulares para el país prevalezcan el cálculo político, el dogma partidario y las posiciones irreductibles”. A ver, quién será el juez que determine a los dogmáticos e irreductibles de qué lado de la mesa. Calderón lamenta también que nos perdamos en “debates estériles”. Cuando lo que más ha faltado es un gran debate nacional incluyente, concurrente e inteligente para dirimir el rumbo de la nación. Qué fue si no entonces el Pacto de la Moncloa. Qué han sido, para no ir muy lejos, los congresos constituyentes en México si no grandes debates para darnos un país más justo. |