Con las manos entumecidas inicio estas líneas. El frío azota al mundo entero, según las noticias y lo creo a pie juntillas porque en el estado norteño en el que me encuentro, el hielo cubre las cimas de las montañas y el viento que por allí pasa, baja en ráfagas gélidas que me traen recuerdos lejanos y dolorosos.
La marca imborrable de la primera muestra de conmiseración que brotó de mi espíritu, me llegó a la memoria en cuanto empecé a escribir y siempre que el frío se aposenta en donde vivo, no puedo sacudirme la tristeza que me invade al pensar en todos los seres humanos que no pueden defenderse del crudo aliento del invierno. |