La masacre de jóvenes en Juárez, ha puesto al descubierto, de manera descarnada, una de las manifestaciones más lacerantes de la crisis económica, de la descomposición de las instituciones públicas y de la ruptura del tejido social en nuestro país: jóvenes estudiantes, deportistas, hijos de trabajadores son ultimados por otros jóvenes, sicarios, que no estudian, sirven a la delincuencia organizada y asumen la violencia como forma de vida.
La exclusión social de la que han sido objeto varias generaciones de jóvenes alcanza, como nunca antes, indicadores que ponen en entredicho, más allá de la delicada situación de inseguridad pública, la gobernabilidad. |