Obligado, otra vez por las lamentables circunstancias que vivimos, pospongo de nuevo la segunda entrega de “A mí Twitter no me da miedo”. A la exposición, en el programa de radio de Carmen Aristegui de los execrables crímenes de Marcial Maciel, que me hizo imposible cumplir el compromiso con los lectores se suma ahora la indignación que en mí provoca el ofensivo y renovado espectáculo de la simulación y la mentira protagonizado por la clase política y al tratamiento trivial que, a mi juicio, le ha sido dado por los medios en general.
No me refiero, sin embargo, al sainete protagonizado por los diputados en el Congreso —mero y miserable folclor— ni siquiera a los entretelones de una conspiración que fue rápidamente descubierta por uno de los propios cómplices y que ha ocupado mucho espacio en los medios, sino a algo mucho más grave y que, en mi opinión, no ha sido suficientemente señalado, el hecho de que Felipe Calderón, el señor del “haiga sido” vuelve por sus fueros, escurre el bulto y miente de nuevo a la nación y de que, además, los responsables directos de este engaño sigan impunes y en sus cargos. |